En una creciente tendencia hacia el mundo de la ecología, la agricultura y la jardinería no iban a ser una excepción. A partir de aquí, se abren variantes según el grado de compromiso que se desee establecer con la ecología: abonos ecológicos, semillas ecológicas, sustratos ecológicos, insecticidas ecológicos… todos los insumos que participan en el desarrollo de los cultivos o la jardinería deben de serlos, si se pretende que la finalidad sea verdaderamente ecológica.
Abonos ecológicos para el jardín
La agricultura ecológica mueve sensibilidades y precisamente estas, son muy propicias para volcar sobre ellas modas, mitos, engaños, etc. llevando al consumidor a sobre valorar productos y formas de actuar, que en muchos casos se podrían calificar de incluso delictivas.
Cuando existe esta sensibilidad, deseamos que todo sea natural, todo sea ecológico… y que la ‘química pura y dura’ no tenga cabida en nuestras vidas, salvo en aquellos casos en los que sean imprescindibles. En este contexto y hablando de nuestro huerto y jardín, a la hora de abonar… ¿por qué no? queremos emplear ‘abonos ecológicos para el jardín‘.
De entrada debemos de saber que hay abonos orgánicos, abonos ecológicos, abonos naturales, etc. sin la necesidad de existir similitudes analíticas exactas entre ellos. La verdad es que la palabra concreta de ‘abonos ecológicos‘ es un etiquetado específico de certificación que se da cuando se debe de asegurar que están sólo y totalmente permitidos para ser utilizados en cultivos ecológicos.
Dejando la parte técnica a la agricultura ecológica profesional, en la que no sólo intervienen los fertilizantes, si no también los productos fitosanitarios, la procedencia de las semillas e incluso las técnicas de cultivo, los fertilizantes ‘no químicos’ pueden ser obtenidos de diferentes formas.
Una de ella es mediante el compostaje en nuestro propio jardín, partiendo de los restos de poda y residuos orgánicos vegetales de nuestra cocina.
Otra forma de adquisición es mediante su compra en centros especializados como agricentros, centros de jardinería… e incluso grandes superficies. En tales casos, la procedencia puede ser tanto de origen vegetal (compost, extracción natural…), animal (estiércol, humus de lombriz, etc.) e incluso mixto. Siempre debemos de verificar su etiquetado en el que se especifique claramente la naturaleza del fertilizante en cuestión.
La información sobre la dosis y modo de empleo, siempre viene en el etiquetaje del producto. De no ser así, por ser de producción propia, el aportarlos e integrarlos mediante su mezcla en el terreno en el momento previo a realizar la plantación es lo más adecuado. Posteriormente, se pueden aportar en menos cantidad de vez en cuando a lo largo del cultivo, en mayor cantidad en los periodos iniciales de máximo crecimiento de las plantas y en menor al final de los cultivos.
Estos abonos o fertilizantes ecológicos, son muy respetuosos con el medio ambiente. Pero ello no quiere decir que seamos exagerados en su empleo.
En el caso de los abonos ecológicos, deben de ser fabricados mediante la transformación de la materia orgánica, convirtiéndola en asimilable para el suelo y la planta sin dejar residuos contaminantes.
Pero en los procesos de elaboración de estos abonos ecológicos también deben de contemplarse los métodos de trabajo ya que deben de ser igualmente respetuosos con el medio ambiente. Dicho de otra manera, una empresa contaminante y que utiliza técnicas de fabricación invasivas… no puede ofrecer abonos ecológicos como tales. Para tener la seguridad de que esto es así, existen empresas de certificación que establecen la confirmación de compatibilidad para el uso de insumos en la agricultura ecológica, como por ejemplo las emitidas por “BCS ÖKO Garantie” según los requerimientos de las regulaciones 2092_91 (UE) Anexo II. A y NOP 7 CRF Part. 205.601 (j) (3).
Con la aportación de fertilizantes o abonos ecológicos a la tierra se mejora las condiciones del suelo, se aportan los nutrientes necesarios para obtener plantas sanas, son beneficiosos para el medio ambiente y la fauna… y permiten cultivar frutas y hortalizas bajo el marco legal de la agricultura ecológica.
Entre los diferentes materias primas para la elaboración de abonos ecológicos se encuentran el estiércol animal (vaca, caballo, ovino, caprino, cerdo, gallinácea, etc.), los purines, el compost (abono natural producido a partir de restos de materia orgánica vegetal), el humus de lombriz, algas desalinizadas, restos orgánicos vegetales convenientemente tratados (orujo de uva, orujo de aceitunas, etc.)… e incluso los denominados abonos verdes que contemplan aquellos cultivos realizados con la función principal de ser enterrados en verde en el suelo como abono, como son el caso de algunas especies de cereales, leguminosas y crucíferas.
En el marco de la bricojardinería, todo queda en manos del particular y que muchos casos se llega a ejercer el grado de alquimista. El compost casero, el uso de las cenizas de leña o madera, etc. se suman a la adquisición de productos comerciales elaborados para tal fin.
Por último una reflexión: de nada sirve utilizar fertilizantes ecológicos y por otro estar tratando las plagas de las plantas con pesticidas agresivos. Hay que ser coherente y saber que en realidad, una agricultura ecológica conlleva ejecutar todas las prácticas bajo el mismo contexto de la ecología.
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