El Acer campestris, conocido comúnmente como Arce campestre o Arce menor, es una especie muy valorada en el milenario arte del bonsái. Su adaptabilidad, su crecimiento vigoroso y la belleza intrínseca de sus hojas, que cambian a espectaculares tonos ámbares en otoño, lo convierten en una elección predilecta para aquellos que buscan dar forma a la naturaleza en miniatura.
Por cierto, el Acer campestre también se le llama Acer campestris. En el primer caso es su nombre común en español, mientras que segundo es su nombre científico.
¿Por qué el Acer campestris es idóneo para bonsái?
La elección del Arce campestre para bonsái no es casual. Diversas características lo hacen particularmente adecuado, como por ejemplo sus hojas pequeñas y lobuladas. Su tamaño de hoja, naturalmente pequeño, se reduce aún más con las técnicas de bonsái, logrando una proporción visualmente armoniosa con el tamaño del árbol.
Su capacidad de ramificación fina y densa, es otra de sus virtudes. Este tiende a producir una ramificación abundante y fina, lo que facilita la creación de copas densas y detalladas, características esenciales en el bonsái.
Destaca su capacidad de brotacción con fuerza incluso de madera vieja, lo que permite podas severas y una recuperación rápida, ideal para modelar la forma deseada.
También su tolerancia a una amplia gama de condiciones y robustez ante el estrés de las técnicas de bonsái, lo que lo hace adecuado incluso para principiantes.
Desde la variante de la estética ornamental, con el tiempo, su corteza adquiere una textura interesante que añade carácter y antigüedad al bonsái. Además, la transformación de sus hojas en tonos dorados y ámbar es un espectáculo visual que incrementa su valor ornamental, brindando interés estacional.
Cómo transformar un Acer campestris en maceta en un bonsái paso a paso.
Convertir un ejemplar joven de Acer campestris de vivero en un bonsái es un proceso gratificante que requiere paciencia y conocimiento de las técnicas básicas. Aquí te presentamos los pasos fundamentales:
Lo primero es la correcta selección del material. Elige una planta joven y sana de Acer campestre en tu vivero. Busca un ejemplar con un buen «nebari» (base de raíces radiales bien distribuidas) y un tronco con algún movimiento o conicidad natural, lo que te facilitará el diseño futuro. Esto no es fácil, ya que los viveros suelen cultivar esta planta como arbolado, por lo que no es fácil encontrar planta de tallo corto.
Seguidamente, se procede a la primera poda de formación, siendo la fecha ideal durante el invierno o principios de primavera. Aprovecha para eliminar las ramas muertas, cruzadas o aquellas que no se ajusten a la visión de tu diseño. Reduce la altura del tronco si es necesario para establecer la proporción deseada.
Durante el primer trasplante, también durante el invierno o principios de primavera, retira con cuidado la planta de su maceta de vivero. Desenreda suavemente las raíces y poda aproximadamente un tercio de ellas, prestando especial atención a las raíces gruesas que crecen hacia abajo o cruzan, favoreciendo el desarrollo de raíces finas y radiales. Trasplanta a una maceta de transición o a una maceta de bonsái provisional con un sustrato específico para bonsái, bien drenado y aireado, generalmente una mezcla de akadama, kiryuzuna y/o pomice.
Una vez que la planta se ha recuperado del trasplante y ha comenzado a brotar, durante la primavera y el verano, puedes iniciar el alambrado. Utiliza alambre de aluminio anodizado o cobre recocido del grosor adecuado para guiar las ramas a la posición deseada. Enrolla el alambre firmemente, pero sin dañar la corteza. Revisa el alambre regularmente, cada 2 o 3 meses, para evitar que se clave en la corteza a medida que la rama engrosa.
Presta atención a la poda de mantenimiento y pinzado, que se debe realizar durante la primavera y el verano. Durante esta temporada de crecimiento, realiza pinzados regulares para promover la ramificación fina y controlar el crecimiento. Cuando un brote nuevo tenga 2 a 3 pares de hojas, pínzalo dejando solo 1 o 2 pares. Esto ayuda a crear una copa densa y compacta, con hojas de menor tamaño.
Recuerda que la creación de un bonsái es un proceso a largo plazo. Deja que el árbol crezca y se fortalezca durante las estaciones de crecimiento, realizando podas y alambrados de mantenimiento según sea necesario. Con los años, el tronco engrosará y la ramificación se densificará, acercándose a la forma final deseada.
Cuidados del Acer campestre como bonsái.
Una vez que tu Acer campestris ha sido modelado como bonsái, requiere cuidados específicos para vegetar y mantener su forma. Como cuidados, colócalo en un lugar con exposición solar directa durante la mañana y semisombra por la tarde, especialmente en las horas de mayor insolación en verano. Este Acer es resistente al frío, pero en invierno, en zonas con heladas fuertes, es aconsejable proteger las raíces en un invernadero frío o una zona resguardada.
Es fundamental regarlo abundantemente cuando la capa superior del sustrato de cultivo esté seca al tacto. Evita tanto el encharcamiento como la sequedad extrema. En verano, podría necesitar riego diario o incluso dos veces al día.
En cuanto a sustrato, utiliza una mezcla de bonsái que garantice un excelente drenaje y aireación. Las mezclas a base de akadama, kiryuzuna y/o pomice son ideales para el Acer campestris.
Abona regularmente durante la temporada de crecimiento (primavera a otoño), utilizando un fertilizante equilibrado para bonsáis. Reduce la frecuencia y la dosis en los meses más calurosos del verano y suspéndelo en invierno.
Continúa con la poda de mantenimiento para refinar la forma y controlar el tamaño. La poda de formación de ramas se realiza en invierno, mientras que el pinzado de nuevos brotes es una tarea constante durante la primavera y el verano.
Trasplanta tu bonsái cada 2-3 años en primavera, antes de que broten las yemas. Aprovecha para podar las raíces y renovar el sustrato. En ejemplares más maduros, la frecuencia de trasplante puede ser menor.
Y aunque el Acer campestre es robusto, puede verse afectado por pulgones, araña roja o algunas enfermedades fúngicas. Inspecciona regularmente tu bonsái y actúa rápidamente con tratamientos ecológicos o fitosanitarios si detectas algún problema.
Como vemos, cada hoja, cada rama podada, cada alambre colocado, es una decisión que moldea el futuro de tu bonsái. Es un diálogo constante entre tú y el árbol, donde la meta es crear una representación artística de la naturaleza en un espacio reducido.