El Cultivo de la patata

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campo cultivo patatas

En España y como orientación, el Cultivo de la patata a nivel profesional, su calendario de recolección se centra principalmente entre los meses de marzo a junio en provincias limítrofes al Mediterráneo (Barcelona, Valencia, Murcia, Granada, Cádiz…) y entre agosto a noviembre las del interior y norte de España (La Coruña, Orense, Rioja, Alava, Burgos, León…).

En cambio, a nivel particular, aunque el calendario es mucho más elástico en función de la época de siembra del tubérculo, variedad elegida y características climatológicas de la zona donde se cultive, no se aleja tanto del profesional.

El cultivo puede partir o bien troceando las patatas para su siembra o comprando las denominadas “semilla de patata pregerminada”. Recordemos que está ya pregerminada y por lo tanto, lista para comenzar su proceso de emisión de raíces y tallo nada más entre en contacto con el terreno. Esta última modalidad no se puede almacenar más de dos semanas.

La patata prefiere los suelos francos, arenosos y ricos, dando así tubérculos de carne ligera y suave. En cambio, los suelos húmedos y pesados dan lugar a tubérculos de carne más firme. Recordemos que sus raíces son fibrosas, muy ramificadas, finas y largas. Estas tienen un débil poder de penetración y sólo adquieren un buen desarrollo en un suelo mullido.

La época aconsejable de plantación se puede situar a principios de primavera, entre los meses de marzo hasta finales de mayo. En la preparación del terreno debemos prestar un especial interés en conseguir un terreno suelto y más o menos profundo para desarrollar sin impedimentos su sistema radicular.

Si el terreno es muy pesado (arcilloso) podemos añadir un sustrato o mantillo y mezclarlo bien trabajando en una capa que puede oscilar entre los 20 a 30 centímetros de profundidad. En cuanto a la cantidad a añadir, dependerá del grado de soltura que necesite el terreno hasta conseguir que sea más suelto.

Durante la preparación del terreno también es el momento de aportar un abono de fondo en el caso de ser necesario. Si anteriormente se ha cultivado en él una planta del tipo leguminosa como por ejemplo habas, el contenido en abono nitrogenado estará prácticamente asegurado. Si no, es conveniente añadirle un abonado mineral nitrogenado antes de remover la tierra.

Si se desea cultivar las patatas en un régimen de sistema ecológico, en vez de abono mineral es una buena opción el hacerlo con humus de lombriz u otro abono similar.

Una vez preparado el terreno, se procede a abrir surcos de 10 a 15 centímetros de profundidad. Sobre ellos se realizan agujeros cada 30 ó 40 centímetros y en cada uno de ellos se entierra un tubérculo de siembra procurando que quede hacia arriba con el mayor número de brotes posible.

El tubérculo, tras ser cubierto, debe quedar a una profundidad de unos 5 centímetros y tras su plantación, dar un buen riego.

Una práctica muy utilizada en el cultivo de la patata es el acolchado en plantación. Se trata de una técnica muy empleada en ciertas zonas productoras de patata extratemprana y consiste, una vez preparado el terreno, en cubrirlo con una lámina plástica (polietileno negro). Seguidamente se procede a la siembra manual empleando una herramienta que agujerea el plástico y hace un pequeño hoyo en el suelo donde se introduce la patata de siembra.

Esta técnica conlleva un coste añadido, tanto del plástico como de la mano de obra necesaria. Pero entre sus ventajas se encuentran la precocidad por el mantenimiento de la temperatura del suelo, el control de las malas hierbas, ahorro del agua, disminución de la pérdida de nutrientes, reducción de los encharcamientos y mejora en la calidad final de la patata.

Durante el cultivo de la patata, a los pocos días de la plantación podemos ver como empiezan a salir unos pequeños brotes por la parte superior del surco. A partir de aquí, es conveniente dar riegos periódicos con el fin de que no le falte humedad durante todo el cultivo.

A medida que va creciendo la planta, se debe ir acollando tierra para favorecer su desarrollo radicular, además de ir eliminando el nacimiento de pequeñas hierbas que compitan con el cultivo.

También, a lo largo del cultivo de la patata podemos seguir actuando en el abonado. En el caso del nitrógeno ya hemos hablado y se realizará de una sola vez en la preparación del terreno o sobre el caballón al principio del cultivo. Otros dos elementos a tener muy en cuenta son el fósforo y la potasa. El primero actúa a favor del desarrollo de la raíz con la mejora que ello supone en la precocidad y formación de tubérculos, además de evitar el ennegrecimiento interno de la propia patata. El segundo ayuda de forma decisiva en la formación de fécula además de proporcionar a la planta una mayor resistencia a heladas, sequía, enfermedades y al final favorece la conservación del tubérculo.

Es más que aconsejable la aportación de estos dos elementos en varias veces repartidas a lo largo del cultivo.

A nivel de aficionado, las extensiones de cultivo suelen ser reducidas y por ello, el mantenimiento del terreno de malas hierbas es fácil y puede realizarse prácticamente de forma manual.

Sabemos que existe una fuerte competencia entre el cultivo de la patata y las malas hierbas, ya que condicionan el rendimiento y facilitan las labores de recolección. De ahí su eliminación.

En caso de recurrir a productos químicos como son los herbicidas, los recomendados actúan en la capa superficial del terreno donde son absorbidos por las raíces adventicias de las malas hierbas, sin afectar a la patata, puesto que al ser plantada más profunda su sistema radicular está exento de herbicida.

En cuanto a su aplicación puede realizarse de dos formas. Una es en forma de tratamiento de preemergencia (nada más terminar de plantar la patata y antes de que esta brote). Su aplicación es sobre el caballón, debiendo estar este ligeramente húmedo. Saber que se puede presentar una fitotoxicidad en dos casos particulares: si la aplicación es demasiado tardía o si se producen precipitaciones después del tratamiento.

Otra forma es durante la post-emergencia (cuando la planta ya ha brotado). En este caso se deberán aplicar herbicidas específicos totalmente selectivos del cultivo. En todos los casos, es conveniente asesorarse adecuadamente con el responsable del centro donde se venden estos productos. Y nunca superar las dosis recomendadas.

El cultivo de la patata finaliza con la recolección y esta es a finales de verano o ya en otoño, según la variedad, fecha de plantación y zona de cultivo. Cuando las plantas empiezan a toman un color amarillento y se vuelven quebradizas. Llega el momento de la recolección.

La recolección de la patata se realiza con ayuda de una azada, de forma cuidadosa para no dañar los tubérculos, desenterrarlos dejándolos un par de días o tres al aire libre para que se sequen… y una vez secos se almacenan bajo cubierto en un lugar fresco y seco.

En el mercado, las patatas se encuentran ya lavadas y limpias. Pero a nivel particular, es conveniente guardarlas tal y como se recogen del campo; con tierra pero seca. Si se lavan, además del trabajo que conlleva, existe la posibilidad de facilitar su pudrición, sobre todo si les hemos causado heridas involuntarias durante el desenterrado.

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