Cada primavera, en el corazón de los Países Bajos, un jardín efímero abre sus puertas para realzar el valor ornamental de las plantas bulbosas con el despertar de la naturaleza.
Este lugar es Keukenhof, un nombre que para cualquier profesional o aficionado al mundo de las plantas es sinónimo de excelencia en paisajismo y diseño floral. Si bien el tulipán es uno de los principales protagonistas, la grandeza de Keukenhof reside en su capacidad para componer un catálogo completo de bulbosas, donde cada planta bulbosa interpreta un papel esencial para crear una experiencia inolvidable.
El origen del jardín de Keukenhof. De huerto real a lienzo paisajístico.
La historia del lugar se remonta al siglo XV. Los terrenos que hoy admiramos servían entonces como huerto y zona de recolección para el castillo de Teylingen, hogar de la condesa Jacqueline de Baviera. De esa función primigenia deriva su nombre, Keukenhof, que significa «el jardín de la cocina».
Tras la Segunda Guerra Mundial, en 1949, un grupo de destacados productores y exportadores de bulbos de flor de la región de Lisse, ideó la creación de una exposición al aire libre donde pudieran mostrar su catálogo vivo.
El propósito era doble: por un lado, ofrecer a los floricultores de todo el mundo una plataforma donde exhibir sus mejores variedades e híbridos, y por otro, estimular el interés del público general por la jardinería con bulbos.
El éxito fue inmediato, y lo que comenzó como una feria profesional se transformó rápidamente en una atracción de fama internacional.
Keukenhof y el arte de un jardín efímero.
Keukenhof, situado en la localidad de Lisse, es la máxima expresión de la jardinería efímera. Su diseño se reinventa cada año, y el verdadero secreto de su éxito no reside solo en los tulipanes, sino en la magistral combinación de múltiples especies.
Cada otoño, se plantan a mano cerca de siete millones de bulbos de los llamados grupo de bulbos de otoño, un trabajo de precisión que sigue un plano paisajístico meticulosamente elaborado.
Aquí es donde se despliega la técnica. Aunque el tulipán es la figura más reconocida, son los narcisos (Narcissus), jacintos (Hyacinthus), crocus (Crocus), muscaris (Muscari) y fritillarias (Fritillaria) los que construyen la estructura del espectáculo.
Se utilizan métodos, como la plantación en «lasaña», disponiendo en capas, bulbos de diferentes especies y períodos de floración. Los más tempraneros, como los crocus, se sitúan en las capas superiores para ser los primeros en emerger, mientras que las variedades de tulipanes más tardías ocupan los niveles más profundos.
Esta estrategia asegura un tapiz de color continuo y en constante evolución durante las ocho semanas que el parque permanece abierto.
Un calendario escrito con flores de bulbosas.
El festival de bulbosas ornamentales de Keukenhof se celebra anualmente coincidiendo con la primavera del hemisferio norte, generalmente desde mediados de marzo hasta principios de mayo, garantizando una floración escalonada durante las ocho semanas que el parque está abierto.
Visitar Keukenhof en diferentes momentos de la temporada ofrece experiencias completamente distintas. A principios de la primavera, el protagonismo recae en los delicados crocus (Crocus), los narcisos (Narcissus) de colores vivos y las primeras variedades de tulipanes.
A medida que avanza abril, el parque alcanza su apogeo con la floración masiva de los tulipanes y el intenso perfume de los jacintos (Hyacinthus), que inunda el ambiente.
Hacia el final, las variedades de tulipanes más tardías comparten escenario con otras bulbosas como los alliums, cerrando el ciclo.
El epicentro del sector de las bulbosas ornamentales.
Más allá de su innegable atractivo turístico, el papel de Keukenhof para el sector de la floricultura de bulbo es insustituible. Funciona como el principal escaparate internacional de la industria neerlandesa, un catálogo vivo donde los obtentores y productores presentan sus innovaciones y las variedades que marcarán tendencia en los próximos años.
Compradores, paisajistas e ingenieros agrónomos de todo el mundo acuden para observar el comportamiento de las plantas en un entorno real, evaluar su impacto visual y establecer contactos comerciales. La popularidad de un cultivar en los parterres de Keukenhof a menudo determina su éxito en el mercado global.
Para el visitante, ya sea profesional o aficionado, es una fuente de inspiración inagotable. Ofrece la oportunidad de descubrir combinaciones cromáticas, estudiar densidades de plantación y aprender sobre el manejo de especies que quizás solo conocía por catálogo. Es una clase magistral de diseño y botánica a cielo abierto.
De forma multidisciplinar, el festival floral de Keukenhof no es solo del tulipán. Es la celebración de todo un ecosistema floral, una obra de arte colectiva donde el tulipán brilla como protagonista gracias al perfecto acompañamiento de un completo catálogo de bulbosas que, juntas, componen uno de los grandes espectáculos florales de la primavera en la Europa central.