El control preciso de las condiciones ambientales es una piedra angular en la agricultura, y el cannabis no es una excepción. Dentro de los factores que influyen en el desarrollo de este cultivo, el fotoperiodo, como la respuesta fisiológica de la planta a la duración del día y de la noche, es una de las herramientas de manejo más determinantes.
Lejos de ser un mero concepto para el cultivo de interior de la marihuana, la gestión del fotoperiodo es una estrategia agronómica esencial que impacta directamente en la planificación, la productividad y la rentabilidad del cultivo del cannabis.
Qué es el fotoperiodo.
Antes de profundizar en el Cannabis, es útil contextualizar. El fotoperiodo es un fenómeno universal en el reino vegetal. Especies de gran importancia agrícola, como la soja (Glycine max) o el crisantemo (Chrysanthemum morifolium), son clasificadas como plantas de día corto, lo que significa que inician su floración cuando la duración de la noche excede un umbral crítico.
Otras, como la espinaca (Spinacia oleracea), son de día largo y florecen cuando los días se alargan. Esta respuesta, gobernada por fotorreceptores como los fitocromos, permite a las plantas sincronizar sus ciclos reproductivos con la estación más favorable, asegurando la perpetuación de la especie.
En la agricultura industrial, dominar este mecanismo permite a los productores forzar la floración fuera de temporada, planificar cosechas escalonadas y satisfacer la demanda del mercado de forma continua. A nivel de aficionado a la jardinería (bricojardinería), le permite cultivar correctamente determinados cultivos, como por ejemplo, en este caso, el de la marihuana.
El fotoperiodo como interruptor del ciclo de vida del Cannabis.
El Cannabis, en su mayoría, es una planta de día corto. Esto significa que su ciclo vital se divide en dos fases principales, organidadas por la duración del periodo de oscuridad ininterrumpida.
Durante la fase vegetativa, la planta requiere días largos y noches cortas. Un régimen lumínico superior a las 14-16 horas de luz diarias promueve el desarrollo de la estructura de la planta: tallos robustos, un sistema radicular extenso y una abundante masa foliar.
En esta etapa, la planta acumula los recursos y la estructura necesaria para soportar una futura floración. A nivel comercial, una fase vegetativa bien gestionada es sinónimo de plantas más productivas y resilientes.
La transición a la fase de floración se induce cuando la planta percibe un acortamiento de las horas de luz, o más precisamente, un alargamiento del periodo de oscuridad continuo.
El estándar industrial para inducir la floración de forma fiable es un ciclo de 12 horas de luz y 12 horas de oscuridad total. Esta señal lumínica desencadena una cascada hormonal interna, donde el compuesto conocido como florígeno viaja desde las hojas hasta los ápices de crecimiento, iniciando la formación de las inflorescencias o cogollos, que son el objetivo principal del cultivo por su contenido en cannabinoides y terpenos.
Respuestas del Cannabis sativa, C. indica y C. ruderalis al fotoperiodo.
La respuesta fotoperiódica no es homogénea en todo el género Cannabis. Las diferencias genéticas, fruto de su adaptación a distintas latitudes, son fundamentales para la selección varietal.
Respecto al Cannabis sativa y Cannabis indica, estas son las subespecies fotodependientes por excelencia. Originarias de zonas ecuatoriales y subtropicales (Cannabis sativa) o de latitudes más altas con estaciones marcadas (Cannabis indica), ambas dependen del acortamiento de los días para florecer.
Los híbridos modernos, que combinan genéticas de ambas, son la base de la producción comercial global. Los breeders y bancos de semillas seleccionan variedades no solo por su perfil químico o sus características organolépticas, sino también por su tiempo de floración bajo un ciclo 12/12, un dato crucial para la planificación del agricultor.
En el caso de la Cannabis ruderalis, esta subespecie, originaria de regiones con veranos muy cortos y condiciones extremas como Siberia, evolucionó de una manera distinta. Su supervivencia no dependía de percibir el cambio estacional, sino de completar su ciclo vital lo más rápido posible. Como resultado, Cannabis ruderalis no depende del fotoperiodo para florecer. En su lugar, inicia la floración automáticamente tras un cierto periodo de tiempo desde su germinación, generalmente entre 3 y 5 semanas. Esta característica ha dado lugar a las populares variedades «autoflorecientes».
El mercado de semillas e insumos para el cultivo de la marihuana.
El modo en que una variedad responde al fotoperiodo es un dato técnico de primer nivel. Los bancos de semillas lo utilizan como uno de sus principales argumentos de venta. En sus catálogos y fichas técnicas, las variedades se clasifican claramente como «fotodependientes» o «autoflorecientes«.
Para las primeras, se especifica el «tiempo de floración» en semanas, por ejemplo, de 8 a 9 semanas, que se refiere al periodo necesario desde que se instaura el régimen 12/12 hasta la cosecha. Para las segundas, se indica el ciclo de vida completo desde la semilla hasta la cosecha, por ejemplo, de 70 a 80 días.
La tecnología LED para control del fotoperiodo.
Esta distinción también define el mercado de insumos y tecnología agrícola. Para el cultivo de variedades fotodependientes en invernadero o interior, las empresas de iluminación ofrecen soluciones avanzadas.
La transición de las lámparas de alta presión de sodio (HPS) a la tecnología LED ha permitido no solo un ahorro energético, sino también un control espectral preciso para optimizar la fotosíntesis en la fase vegetativa y potenciar la producción de metabolitos en la de floración.
Paralelamente, las empresas especializadas en estructuras de invernadero han desarrollado sistemas de ocultación o «blackout». Estas mallas o toldos opacos automatizados permiten acortar artificialmente el día, garantizando las 12 horas de oscuridad estricta necesarias para inducir la floración, incluso en pleno verano. Esta tecnología es la que permite a los grandes productores realizar múltiples ciclos de cultivo al año, independientemente de la estación.
El mercado varietal de variedades de cannabis y el fotoperiodo.
El mercado de genéticas de Cannabis es dinámico y responde a las necesidades de los distintos sistemas de producción, en los que conviven varias tendencias:
Por una parte están las del dominio de las fotodependientes. En cultivos profesionales de interior e invernadero, donde el objetivo es maximizar el rendimiento y la calidad, las variedades fotodependientes siguen siendo la elección principal. Permiten un control total sobre la duración de la fase vegetativa, posibilitando el desarrollo de plantas de gran tamaño y, por tanto, de mayor producción.
Por otra, el auge y profesionalización de las autoflorecientes. Inicialmente vistas como una opción para principiantes o cultivos discretos, las autoflorecientes han experimentado una mejora genética espectacular. Hoy en día, ofrecen rendimientos y perfiles de cannabinoides muy competitivos. Son la opción ideal para agricultores en zonas con veranos cortos o para quienes buscan realizar varios ciclos de cultivo exterior en una misma temporada.
Y el nicho de las «F1 Fast Version», como respuesta a una demanda de mayor rapidez, han surgido híbridos entre una genética fotodependiente y una autofloreciente. El resultado es una planta fotodependiente, pero con un periodo de floración notablemente más corto. Esto permite cosechas más tempranas en exterior, evitando las problemáticas lluvias de otoño, y ciclos más rápidos en interior.
Así, el manejo del fotoperiodo en el cultivo de la marihuana es un pilar estratégico sobre el que se asienta la viabilidad técnica y económica a cualquier escala.