Podemos definir que la Kokedama es el arte de cultivar sin maceta, una técnica de jardinería como expresión artística que nos invita a observar las plantas desde una perspectiva diferente, más íntima y natural.
Originaria de Japón, su nombre lo dice todo: koke significa musgo y dama, bola. Es, literalmente, una bola de musgo que actúa como un contenedor vivo, una maceta orgánica que envuelve las raíces de la planta en una esfera de sustrato y musgo.
Su potencial ornamental es inmenso, permitiendo crear composiciones suspendidas en el aire o delicadas escenas botánicas sobre cualquier superficie.
La historia de la kokedama.
Para comprender la esencia de la kokedama, debemos viajar en el tiempo hasta el Japón del período Edo. Esta técnica es una evolución del estilo Nearai de bonsái, que consistía en extraer el árbol de su vasija para exponer el cepellón de raíces como parte de la composición estética. La kokedama simplificó y popularizó este concepto, haciéndolo accesible para una mayor variedad de plantas y aficionados.
Hoy, en pleno siglo XXI, la kokedama vive una segunda juventud a nivel global. Su éxito radica en su perfecta sintonía con las tendencias actuales de interiorismo: el minimalismo, la sostenibilidad y el estilo biofílico, ese deseo intrínseco de conectar con la naturaleza en nuestros espacios vitales.
Es una técnica que celebra la imperfección perfecta o wabi-sabi, mostrando la planta de una forma honesta y despojada de artificios. Su futuro parece prometedor, consolidándose no como una moda pasajera, sino como una forma de jardinería interior que valora lo artesanal y el vínculo directo con el mundo vegetal.
¿Qué plantas se pueden cultivar en kokedama?
La selección de la especie vegetal es un factor determinante para el éxito y la longevidad de nuestra kokedama. No todas las plantas se adaptan con la misma facilidad a vivir en esta esfera de sustrato húmedo.
Generalmente, buscaremos especies que prosperen en ambientes de humedad relativamente constante y que no tengan un sistema radicular excesivamente agresivo o de crecimiento muy rápido.
Plantas como los helechos (Asplenium, Nephrolepis), con su amor por la humedad, son candidatas ideales. Especies de interior muy populares como los potos (Epipremnum aureum), filodendros, cintas (Chlorophytum comosum) o espatifilos (Spathiphyllum) también ofrecen excelentes resultados, adaptándose maravillosamente a este formato. Incluso algunas orquídeas, como las la Phalaenopsis, pueden cultivarse así con un manejo adecuado, así como algunos ficus en durante su fase más joven.
Por otro lado, debemos evitar plantas que requieran periodos de sequía total entre riegos, como los cactus y la mayoría de las suculentas, ya que la bola de musgo retiene una humedad que podría ser perjudicial para ellas.
Consejos para el cuidado de una kokedama.
El cuidado de una kokedama no es complicado, pero sí requiere una atención particular y diferente a la de una planta en maceta convencional.
La ubicación es fundamental. Dependerá de la planta elegida, pero como norma general, un lugar con abundante luz indirecta será perfecto. Debemos evitar el sol directo, ya que podría quemar las hojas y resecar la bola de musgo a una velocidad excesiva.
El riego es, quizás, el punto más crítico. La mejor técnica es por inmersión. Sabremos que es el momento de regar cuando notemos que la bola ha perdido peso considerablemente.
Para ello, sumergiremos la esfera por completo en un recipiente con agua a temperatura ambiente. La dejaremos unos 10-20 minutos, hasta que dejen de salir burbujas de aire, señal de que el sustrato está completamente saturado. Después, la sacaremos y la dejaremos escurrir unos minutos sobre un plato o rejilla antes de volver a colocarla en su lugar, para evitar el goteo y el exceso de agua.
Sobre el abonado, al tratarse de un volumen de sustrato limitado, es necesario aportar nutrientes. Durante la temporada de crecimiento activo (primavera y verano en el hemisferio norte, y de septiembre a marzo en el hemisferio sur), podemos añadir un fertilizante líquido para plantas verdes, muy diluido (a un cuarto o mitad de la dosis recomendada), en el agua de riego cada tres o cuatro semanas.
Con el tiempo, la planta crecerá y sus raíces pueden empezar a asomar a través del musgo. Ese será el momento de valorar un trasplante. Podemos optar por crear una kokedama más grande, rehaciendo la bola con nuevo sustrato, o bien retirar con cuidado el hilo y el musgo para pasar la planta a una maceta tradicional.
Ideas para integrar la kokedama en la decoración de la casa.
Desde un punto de vista como interiorista y decorador, la kokedama es una herramienta de diseño excepcional. Su versatilidad nos permite ir mucho más allá de simplemente tener una planta.
Una de las formas más impactantes de exhibirlas es suspendidas en el aire. Crear una «constelación verde» colgando varias kokedamas a diferentes alturas genera un punto focal dinámico y lleno de vida, ideal para esquinas o sobre una mesa auxiliar.
También funcionan muy bien como piezas esculturales. Colocar una kokedama sobre una bandeja de pizarra, un plato de cerámica artesanal o una pieza de madera recuperada, la convierte en un centro de mesa sofisticado y natural. El contraste entre la textura orgánica y verde del musgo y la frialdad de materiales como el hormigón o el metal es visualmente muy potente.
Son perfectas para aportar un toque de frescura y vida a estanterías, escritorios o incluso en el cuarto de baño, donde las especies que aman la humedad se sentirán como en casa.
Como vemos, la kokedama es una invitación a trabajar la tierra con nuestras manos y a disfrutar de la jardinería de una forma más plástica y sensorial. Una técnica que nos enseña que, para contener la belleza de la naturaleza, a veces, solo se necesita una planta, un poco de tierra, musgo y un hilo.