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La judía :: Phaseolus vulgaris

Judías

La judía es originaria y domesticada en el Centro Mesoamericano y Centro Andino. Se trata de una popular legumbre cuyo nombre científico es Phaseolus vulgaris y que pertenece a la familia Fabaceae.

La judía o Phaseolus vulgaris, según determinados hallazgos arqueológicos la sitúan como planta cultivada sobre el año 5000 a.C. y fue introducida en España y posteriormente al resto de Europa a comienzos del siglo XVI.

Esta planta leguminosa se cultiva tanto para grano como para su consumo en fresco. En el primer caso es considerado como un cultivo extensivo, mientras que el segundo es netamente hortícola.

Tanto en un caso como en otro su producción se ha reducido en los últimos años, debido principalmente a los cambios alimenticios de la sociedad. Sin embargo, la judía sigue siendo una de las leguminosas con grandes posibilidades para la alimentación humana. Su doble aprovechamiento (grano y vaina), su importante aporte proteico y la posibilidad de industrialización en congelado y conserva, son factores que así lo ratifican.

La judía no contiene grasa, ni sodio y además es baja en calorías. Su consumo en tierno es pobre en proteínas, todo lo contrario que cuando sus semillas son maduras. Son una fuente importante de carotenoides provitamina A, vitamina C, fibra, potasio, folato y ciertos fitoquímicos.

El consumo de Judías tiene efectos beneficiosos como los que ayudan a aliviar los trastornos hepáticos, renales y vesicales, son revitalizantes, alivian los problemas digestivos y favorecen la eliminación de líquidos. Cuando se consume en verde es diurética, reconstituyente, estimulante nervioso, depurativa… estando indicada en las convalecencias, crecimiento y albuminuria, aunque no está indicada para aquellas personas que son artríticos, reumáticos y arterioescleroticos por su riqueza en ácido úrico.

Cómo es la judía o Phaseolus vulgaris

Es una planta anual de una vegetación muy rápida, con un sistema radicular muy ligero y poco profundo, constituido por una raíz principal y gran número de raíces secundarias con elevado grado de ramificación.

Su tallo es herbáceo y aquí habríamos de distinguir dos grandes grupos de plantas: las enanas y las de enrame o trepadoras.

Los tallos de las variedades enanas poseen un porte erguido creando plantas con una altura de entre los 30 y 40 centímetros.

Las variedades de enrame, sus ramas pueden llegar hasta los 3 metros, permitiendo su enrollado alrededor de un tutor en sentido contrario a las agujas el reloj.

En los dos casos, sus hojas son sencillas y lanceoladas de diferentes tamaños según la variedad y de color verde más o menos intenso.

Sus flores, según la variedad, las podemos encontrar en diversos colores únicos, aunque predominan las de flor blanca. Estas, se presentan en racimos de 4 a 8 unidades y cuyos pedúnculos nacen en las axilas de las hojas o en las terminales de algunos tallos.

Los frutos son la parte comestible de la planta y se trata de una legumbre de color, forma y dimensiones variables según la variedad. En su interior se disponen de 4 a 6 semillas. Estos frutos pueden ser de color verde, amarillo jaspeado de marrón o rojo sobre verde, etc., aunque los más demandados son los verdes y amarillos con forma tanto cilíndrica como acintada. Tras su madurez, las paredes de la vaina o cáscara se refuerzan por tejidos fibrosos e incluso algunas se abren dejando libres sus semillas.

Cultivo de la judía o Phaseolus vulgaris

Como introducción a su cultivo, es importante saber que es planta de clima húmedo y suave, dando las mejores producciones en climas cálidos. Por ello, hay que tener en cuenta tanto los factores climáticos como los técnicos de cultivo ya todos se encuentran estrechamente relacionados y la actuación de uno de ellos incide notablemente sobre el resto.

Por ejemplo, al margen de las posibles variables propias de la variedad, existen rangos de temperaturas concretas para cada fase de cultivo. Un ejemplo de ello es:

Así, cuando la temperatura ambiente oscila entre los 12 ó 15ºC la vegetación de la Judía es mucho menos vigorosa e incluso por debajo de 15ºC la mayoría de los frutos quedan en forma de ‘ganchillo’ muy deformes. Por exceso también existen fisiopatías ya que con temperaturas por encima de los 30ºC también aparecen deformaciones en las vainas e incluso se produce el aborto de sus flores.

La humedad relativa óptima del aire, sobre todo en cultivo protegido (bajo invernadero) debe de ser durante la primera fase de cultivo en torno al 60 ó 65%, y posteriormente entre el 65% y el 75%. Pero debemos saber que si estas son muy elevadas favorecerán el desarrollo de enfermedades aéreas y dificultan la fecundación. Aun así, para un crecimiento estable y sostenido, es importante que se mantenga la humedad relativa sin excesivas oscilaciones.

Estamos ante una planta de día corto si bien, dada la mejora genética existen variedades bastante insensibles a este factor, pudiéndose actualmente cultivar bajo control climático durante todo el año.

En cuanto a sus necesidades de suelo, los más indicados son los suelos ligeros, de textura silíceo-limosa, con buen drenaje y ricos en materia orgánica. Alejarnos de estos niveles supone encontrarnos con ciertos problemas de crecimiento y carencias de elementos nutricionales. Por ejemplo, en los fuertemente arcillosos y demasiado salinos vegetará deficientemente, y si además se producen encharcamientos se dañará el cultivo, quedando la planta de color pajizo y enanizada. En cambio, en suelos calizos las plantas se volverán cloróticas y se producirán frutos con fuertes hebras y por lo tanto de mala calidad.

La judía o Phaseolus vulgaris requiere valores de pH prácticamente neutros, sobre el 6 y 7,5.

Es una de las especies hortícolas más sensibles a la salinidad y por lo tanto, si tenemos un agua salina debemos tratarla con productos desalinizadores.

Centrados en su cultivo debemos comenzar prestando especial interés en la preparación del terreno antes de la siembra. Debemos trabajar una capa de suelo que oscile entre los 25 a 30 centímetros de profundidad, aprovechando para aportar la materia orgánica y un abonado de fondo. Si vamos a regar a manta, aprovecharemos también para realizar los caballones y regueras correspondientes.

Según el clima, variedades y si es cultivo protegido o no, las fechas de siembra más frecuentes son agosto-septiembre con recolección en noviembre-diciembre-enero, noviembre-diciembre con recolección en marzo-abril-mayo y febrero-marzo con recolección en mayo-junio-julio.

El marco de siembra – plantación varía en función del tipo de cultivo. En invernadero para Judía en verde de enrame suele ser de 2 metros entre filas y unos 50 centímetros entre plantas, sembrando de 2 a 3 semillas por golpe.

También para judía en verde pero al aire libre, la distancia entre líneas se sitúa en el medio metro para las variedades enanas y de 70 a 80 centímetros para las de enrame, con una o dos semillas por golpe.

Si es un cultivo con variedades destinadas a la industria, siempre suelen ser de mata baja, se suelen dejar las líneas de siembra entre los 20 y 30 centímetros.

Durante la siembra, enterrarán a una profundidad del doble de la longitud de la semilla ( de 2 a 3 centímetros). Estas semillas, si son compradas a empresas especializadas serán de calidad. Si son guardadas de cosechas anteriores, debemos seleccionarlas previamente y tratarlas adecuadamente con fungicidas e insecticidas para partir con una buena sanidad vegetal.

Para cultivos no profesionales, podemos realizar la siembra en semillero y posterior trasplante al terreno definitivo. En los dos casos, la nascencia de las semillas se realizará alrededor de los 10 días.

Con el cultivo ya en vegetación se recomienda realizar escardas para evitar competencia con las malas hierbas y mejorar la sanidad del cultivo. El uso del acolchado evita considerablemente el empleo de mano de obra.

Si optamos por escardas químicas podemos utilizar herbicidas del tipo Butralina, Trifluralina, Dinitramina, Metobromuron, Cicloxidin… pero siempre consultando con la legislación vigente ya que ciertos productos pueden estar retirados del mercado comercial.

Si son variedades de enrame debemos proceder al tutorado para permitir el crecimiento vertical y la formación de una pared de vegetación homogénea.

En zonas de cultivos familiares se puede conjugar este cultivo con el cultivo del maíz, sirviendo este como tutor.

Si el cultivo es en invernadero puede hacerse sobre hilos generalmente de polipropileno (rafia) o mayas fabricadas para tal fin que se colocan a lo largo de las líneas de cultivo a modo de pared.

Otra práctica, normalmente empleada en cultivos al aire libre, es la utilización de cañas, creando una especie de barracas que permiten soportar el peso de la vegetación. Con todos estos sistemas se mejora notablemente la calidad y el volumen de producción.

Otra técnica empleada en el cultivo de la judía es el deshojado, que ayuda a prolongar el período de recolección. Este consiste en la eliminación de las hojas más viejas. Con él se mejora la calidad y cantidad de la producción y disminuye el riesgo de plagas y enfermedades ya que al mejorar la ventilación, los tratamientos fitosanitarios son mucho más eficaces en estas etapas del cultivo.

Esta planta es muy exigente en riegos… pero bien aportados (frecuencia, volumen y momento oportuno). Es indispensable realizar uno de dos a cuatro días antes de sembrar para facilitar la siembra en sazón y así la mejor germinación de las semillas.

El siguiente riego se realiza tras la nascencia de las plantas, evitando seguidamente los riegos excesivos para forzar la emisión de raíces. Incidiremos en incrementar los riegos un poco antes de la floración y después de esta.

En cuanto al abonado, al margen del abonado de fondo, durante el cultivo se aportarán las cantidades necesarias para su correcto desarrollo. Lo recomendable es aplicarlo en el agua de riego (fertirrigación).

No existen recetas concretas ya que depende mucho de factores como variedades, época del año, tipo de suelo, etc. pero debemos saber que momentos antes de la floración, el abonado debe ser bajo en nitrógeno, para evitar un excesivo crecimiento vegetativo en detrimento de la floración.

Un equilibrio NPK apropiado podría ser de 1-1,5-2,3 durante la fase de producción. A un tercio de la fase de la recolección y hasta el final del ciclo podemos aumentar el capítulo del nitrógeno llegando a un equilibrio de 1-0,8-1,2. Los fertilizantes deben contener microelemento y si aquellos que pueden ser quelatados lo están… mucho mejor.

Como planta leguminosa, posee la capacidad de simbiosis con Rhizobium y por lo tanto es autosuficiente con la nutrición nitrogenada, pero la reducida presencia de cepas de la bacteria hace necesario un aporte básico de este elemento.

Variedades de judía o Phaseolus vulgaris

Las semillas de Judía se suelen comercializar en sobres de 150 y 250 gramos, cajas de 1 kilo y a granel en sacos. Se venden en floristerías, centros de jardinería, agricentros, grandes superficies y empresas de suministros agrícolas principalmente.

Como ya hemos nombrado, existen según su porte dos tipos de Judía con sus correspondientes variedades: la Judía enana que suelen ser más precoces y menos productivas que las de enrame y las de enrame o tutorado con tallos trepadores de ciclo más largo y más productivas.

También se pueden clasificar las variedades según la forma y el tamaño de sus vainas. Las hay del tipo Sabinal de vainas gruesas y planas, Garrafales de vainas aplastada y más ancha en el centro que en los lados… y tipo Boby de vaina cilíndrica o semi-cilíndrica.

Para la elección de la variedad más adecuada, debemos tener en cuenta aspectos como el mercado de destino, instalaciones de cultivo, tipo de suelo, clima, calidad de agua, etc.

Si se trata de variedades para consumo en verde, para Judía de enrame son muy populares las de tipo Perona o tipo Helda, y para las de mata baja las de tipo Strike.

Algunas de las variedades existentes actualmente en el mercado español son las ‘Bina”, “Boca de Dragón”, “Buenos Aires’, ‘Buenos Aires Roja’, ‘Contender’, ‘Demeter’, ‘Garrafal Oro’, ‘Garrafón Valenciano’, ‘Helda’, ‘Maravilla de Venecia’, ‘Perfección’ ‘Roquencourt’, ‘Perona’, ‘Strike’…

Plagas de la judía o Phaseolus vulgaris

Durante el cultivo se pueden presentar diferentes plagas, siendo importante el entorno donde se cultivan ya que es muy fácil la re invasión desde terrenos colindantes.

Recordar que los productos fitosanitarios nombrados a continuación deben consultarse con la ley vigente ya que algunos pueden estar retirados del mercado o prohibidos en este cultivo. Y por supuesto, respetar escrupulosamente los plazos de seguridad.

Entre las posibles plagas que se pueden presentar se encuentran:

La araña roja (Tetranychus urticae). Se desarrolla sobre el envés de las hojas causando decoloraciones, punteaduras o manchas amarillentas. Cuando el ataque es severo produce desecación y defoliación. Le favorecen las temperaturas elevadas y la escasa humedad relativa, por lo que se presenta con más frecuencia en las épocas calurosas del año.

Como control preventivo la eliminación de malas hierbas, evitar los excesos de nitrógeno y vigilancia del cultivo durante las primeras fases del desarrollo

El control químico puede ser a base de tratamientos con materias activas del tipo Acrinatrin, Bromopropilato, Fenbutaestan, Fenpiroximato, Flufenoxuron o Piridaben.

Y si optamos por el control biológico mediante enemigos naturales, entre las principales especies depredadoras de huevos, larvas y adultos de araña roja se encuentran el Amblyseius californicus, Phytoseiulus persimilis, Feltiella acarisuga…

La araña blanca (Polyphagotarsonemus latus). Que ataca ocasionalmente. En ataques avanzados se produce enanismo y una coloración verde intensa de las plantas. Al igual que la Araña roja se dispersa rápidamente en épocas calurosas y secas.

Como control químico con materias activas a base de Abamectina, aceite de verano, Amitraz, azufre coloidal, Diazinon, Endosulfan + azufre, Dicofol, Propargita, Tetradifon, etc.

La mosca blanca (Trialeurodes vaporariorum y Bemisia tabaci). Los daños se centran en las partes jóvenes de las plantas, produciendo la pérdida de verdor de las hojas y el debilitamiento general de la planta. Daños ocasionados por larvas y adultos al alimentarse, absorbiendo la savia de las hojas.

Entre los daños indirectos ocasionados está la proliferación de negrilla sobre la melaza y la transmisión de virosis.

Como control preventivo se puede colocar mallas de monofilamento en las bandas de ventilación de los invernaderos, la limpieza de malas hierbas y restos de cultivos y la colocación de trampas cromáticas amarillas.

En el caso de control químico, tratamientos con materias activas a base de Alfa Cipermetrin, aceite de verano, Flucitrinato, Buprofezin, Imidacloprid, Piridaben, etc.

Y si optamos por el control biológico mediante enemigos naturales, los principales parásitos para la Trialeurodes vaporariorum son la Encarsia formosa, Encarsia transvena, Encarsia lutea, Encarsia tricolor, Cyrtopeltis tenuis, Eretmocerus californicus… y para la Bemisia tabaco además el Eretmocerus californicus y Eretmocerus sineatis.

El pulgón (Aphis gossypii y Myzus persicae). Son los más comunes y forman colonias que se distribuyen en focos que se dispersan principalmente en primavera y otoño, mediante las hembras aladas.

Los primeros (Aphis) presentan sifones negros en el cuerpo verde o amarillento, mientras que los segundos (Myzus) son de color completamente verdes.

Como control preventivo, también se puede colocar mallas de monofilamento en las bandas de ventilación de los invernaderos, la limpieza de malas hierbas y restos de cultivos y colocación de de trampas cromáticas amarillas.

Para el control químico, tratamientos con materias activas a base de Acefato, aceite de verano, Alfa Cipermetrin, Flucitrinato, Lambda Cihalotrin, Imidacloprid, Permetrin, Tau-fluvalinato, etc.

Y para el control biológico mediante los enemigos naturales como Aphidoletes aphidimyza, Aphidius matricariae, Aphidius colemani, Lysiphlebus testaicepes.

Los trips (Frankliniella occidentalis). Los adultos realizan sus puestas dentro de los tejidos vegetales en hojas, frutos y, preferentemente, en flores. Los daños directos se producen por la alimentación de larvas y adultos dejando como señal un aspecto plateado en las zonas afectadas que luego se necrosan.

Es una plaga muy peligrosa ya que como daños indirectos ayudan notablemente a la transmisión del virus del bronceado del tomate (TSWV).

Como control preventivo, también se puede colocar mallas de monofilamento mucho más densa que en los casos anteriores en las bandas de ventilación de los invernaderos, la limpieza de malas hierbas y restos de cultivos y colocación de de trampas cromáticas de color azul.

En cuanto al control químico, tratamientos con materias activas a base de aceite de verano, Acrinatrin, Cipermetrin, Tau-fluvalinato, etc.

Y como control biológico mediante sus enemigos naturales Amblyseius barkeri, Aeolothrips sp., Orius spp. Etc.

Los minadores de hoja (Liriomyza trifolii, Liriomyza bryoniae, Liriomyza strigata y Liriomyza huidobrensis). Estos insectos… sus larvas… producen entre los parénquimas de las hojas las típicas galerías de recorrido sinuoso. Tras finalizar el desarrollo larvario, estas salen de las hojas para pupar en el suelo o en las hojas y dar lugar posteriormente a los adultos.

Como control preventivo, también se puede colocar mallas de monofilamento en las bandas de ventilación de los invernaderos, la limpieza de malas hierbas y restos de cultivos, eliminar y destruir las hojas afectadas y la colocación de trampas cromáticas de color amarillo.

Para su control biológico utilizar enemigos naturales como Diglyphus isaea, Diglyphus minoeus, Diglyphus crassinervis, Chrysonotomyia formosa, Hemiptarsenus zihalisebessi…

Y como control químico, tratamientos con materias activas a base de aceite de verano y Pirazofos.

Las orugas (Spodoptera exigua, Spodoptera litoralis, Heliothis armigera, Heliothis peltigera, Chrysodeisis chalcites, Autographa gamma…). Como vemos son numerosas las especies que pueden atacar a la Judía. En todos los casos, los daños son causados por las larvas al alimentarse, en la vegetación, en los frutos y en los tallos, según el tipo de oruga.

Para identificación hay aspectos como:

Como control preventivo, también se puede colocar mallas de monofilamento en las bandas de ventilación de los invernaderos, la limpieza de malas hierbas y restos de cultivos, eliminar y destruir las hojas afectadas y la colocación de trampas de feromonas y trampas de luz.

En el control biológico mediante enemigos naturales como Apantelles plutellae o productos biológicos mediante Bacillus thuringiensis.

Y como control químico, tratamientos con materias activas a base de Acefato, Cipermetrin, Tau-fluvalinato, etc.

Los nemátodos (Meloidogyne spp.). Que producen los típicos nódulos en las raíces. Estos penetran en las raíces desde el suelo y en su desarrollo producen la obstrucción de vasos conductores de savia, impidiendo la absorción por las raíces y como consecuencia la debilitación e incluso muerte de la planta.

Para su control se recomienda la desinfección del suelo si se han detectado ataques anteriormente y la utilización de plántulas sanas.

Los terrenos se esterilizan con vapor o mediante la técnica de solarización.

Como control químico, las materias activas empleadas son Benfuracarb, Cadusafos, Carbofurano, Dicloropropeno, Etoprofos, Fenamifos,…

Enfermedades de la judía o Phaseolus vulgaris

De igual forma, durante el cultivo se pueden presentar diferentes enfermedades.

Recordar que los productos fitosanitarios nombrados a continuación deben consultarse con la ley vigente ya que algunos pueden estar retirados del mercado o prohibidos en este cultivo. Y por supuesto, respetar escrupulosamente los plazos de seguridad.

Por otra parte y prácticamente de forma común a todas ellas, las labores culturales preventivas son fundamentales. Algunas de ellas son la eliminación de malas hierbas, restos de cultivo, plantas infectadas… el emplear marcos de plantación adecuados que permitan su correcta aireación, cultivar sobre suelos limpios del patógeno, controlar correctamente el abonado, etc.

Si estas se producen, entre las posibles enfermedades que se pueden presentar en este cultivo se encuentran:

El oídio (Sphaerotheca fuliginea). Que se aprecia e identifica fácilmente gracias a las manchas pulverulentas de color blanco que aparecen en la superficie de las hojas e incluso en tallos y frutos en ataques muy fuertes.

Las partes atacadas se vuelven de color amarillento y terminan secándose.

Tanto las malas hierbas como cultivos colindantes afectados ayudan notablemente a que se propague esta enfermedad ya que sus esporas se dispersan con gran facilidad mediante el viento.

Se controla mediante tratamientos químicos con materias activas a base de azufre coloidal, azufre micronizado, Bupirimato, Ciproconazol, Dinocap, Etirimol, Fenarimol, Hexaconazol, Imazalil, Miclobutanil, Penconazol, Pirazofos, Propiconazol, Quinometionato, Tetraconazol, Triadimefon, Triadimenol, Tridemorf, Triflumizol, Triforina, etc.

La Podredumbre gris (Botryotinia fuckeliana y Botrytis cinerea). Es una enfermedad que aparece cuando las temperaturas son bajas y hay una alta humedad relativa. En los frutos atacados se manifiesta mediante una podredumbre blanda y sobre la que observa el micelio gris del hongo.

Se propaga fácilmente mediante la dispersión de sus esporas por el viento, salpicaduras de lluvia y agua de riego. Su control químico es a base de tratamientos con materias activas como el Benomilo, Captan, Carbendazima, Clortalonil, Clozolinato, Diclofluanida, Folpet, Iprodiona, Metil-tiofanato, Pirimetanil, Procimidona, Propineb, Tebuconazol, Tiabendazol, Tiram, etc.

La Podredumbre blanca (Sclerotinia sclerotiorum). Es una enfermedad que produce en la planta una podredumbre blanda que no desprende mal olor y que posteriormente se seca cubriéndose de un abundante micelio algodonoso blanco.

Su control químico es a base materias activas del tipo Procimidona, Tebuconazol, Vinclozolina…

Las podredumbres de cuello y/o raíces (principalmente Phytophthora spp. y Pythium sp.). Que se suelen presentar más fácilmente en las fases de semillero y trasplantes.

Se manifiesta provocando en la parte aérea marchitamientos y desecaciones acompañados o no de amarillamientos. En el caso del Pythium se observa que el cuello se encuentra una forma de estrangulamiento y podredumbre simultánea.

Control mediante tratamientos a base de materias activas como el Benomilo, Captan, Clozolinato, Diclofluanida, Flutolanil, Folpet, Iprodiona, Metil-tiofanato, Pencicuron, Propineb, Quinosol, Tebuconazol, Tiram, Tolclofos-metil, Vinclozolina…

La Rhizoctonia solani. Que produce una especie de chancro rojizo en la base del tallo y una podredumbre de raíces en plántulas. En todos los casos provoca la marchitez y muerte de la planta.

Su control químico es a base de materias activas como el Etridiazol, Flutolanil, Pencicuron, Tolclofos-metil…

El Fusarium solani. Que se manifiesta mediante una podredumbre seca en la raíz principal y base del cuello, que toman un aspecto de color rojizo que termina necrosándose.

Con suelos muy compactos, exceso nitrógeno, bajas temperaturas y exceso de humedad en el suelo… los riesgos para esta enfermedad son muy altos.

Su control químico a base de Tiabendazol, Folpet…

La roya común (Uromyces phaseoli). Una enfermedad muy común que se manifiesta mediante manchas amarillentas en el haz de las hojas que se corresponden en el envés con manchas pardas.

Su control químico a base de Oxicloruro cuprocálcico + Propineb, Propineb + Triadimefon, Tebuconazol…

Bacteriosis de la judía o Phaseolus vulgaris

En todos los casos que identifiquemos un problema de bacteriosis, lo más adecuado es eliminar las plantas afectadas, quemarlas y durante varios cultivos no volver a plantar judías en esa misma zona. Entre las más populares se encuentran:

La podredumbre blanda (Erwinia carotovora). Que es muy polífaga y ataca a la mayoría de las especies hortícolas. Produce podredumbres acuosas y blandas que suelen desprender muy mal olor. Le favorecen las temperaturas y humedades altas.

La quema bacteriana (Xanthomonas campestris). Que se manifiesta en sus hojas como pequeñas áreas húmedas y color verde tenue que al crecer adquieren un aspecto pardo quebradizo y rodeado con un halo amarillo. En tallo mediante una especie de estrías longitudinales rojizas también de aspecto húmedo.

En su tratamiento mediante productos químicos, recomiendan utilizar la Kasugamicina, aunque la eficacia de control de barcteriosis mediantes productos químicos está muy cuestionada.

La grasa de la judía (Pseudomonas syringae). Que parece en las hojas como una especie de pequeña herida con forma angular, húmeda de aspecto aceitoso rodeada de un halo amarillento. En cuanto a los tallos tallo aparece en forma de heridas hundidas.

Virosis de la judía o Phaseolus vulgaris

Como en el caso anterior, en cuanto identifiquemos un problema de virosis, lo más adecuado es eliminar las plantas afectadas y quemarlas. La mejor forma de control es manteniendo unas buenas prácticas agrícolas, utilizar material sano de partida y mantener los cultivos lo más limpios posibles de malas hierbas, plagas y enfermedades.

Los virus más populares son el CMV (Virus del Mosaico del Pepino), TSWV (Virus del Bronceado del Tomate), TYLCV (Virus del Rizado Amarillo del Tomate), (BYMV) Virus del mosaico amarillo de la judía, (BCMV) Virus del mosaico común de la judía.

Fisiopatías de la judía o Phaseolus vulgaris

Son problemas que manifiesta la planta pero que no están relacionados con plagas ni enfermedades, por lo tanto, para evitarlos, lo mejor es mantener el cultivo sano, bien fertilizado y sobre todo respetar las condiciones climáticas en las que se desarrolla. Algunos ejemplos de esta fisiopatía pueden ser:

La caída de sus flores. Causadas normalmente por estrés de la planta ante cambios bruscos de temperatura, bajada de la humedad relativa, exceso de temperatura, exceso de fertilización nitrogenada, etc.

El amarilleo y marchitez foliar. Sobre todo en las hojas más viejas, y que si desestima un posible problema de ninguna plaga, puede ser provocado por una bajada brusca de la humedad relativa.

Recolección de la judía o Phaseolus vulgaris

La judía para grano puede realizarse de forma mecanizada si las extensiones de cultivo lo permiten. Pero la de consumo en tierno no, siendo totalmente manual.

Si es para consumo propio, se recolectan al gusto pero si son para comercializarlas, actualmente el mercado demanda las vainas tiernas con el grano poco marcado. Vainas más maduras pierden valor comercial al ser más duras y fibrosas.

Las empresas suelen mantener una frecuencia de recolección de alrededor de los 10 días, dependiendo de la variedad y el ciclo de cultivo.

Tras su recolección, a primeras horas de la mañana para mantener su turgencia y frescura, se recomienda conservarlas en el frigorífico. Si su consumo no es durante los próximos días, entonces es conveniente trocearlas o cocinarlas y seguidamente conservar mediante el congelado.

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