28.6 C
España
jueves, 4 septiembre, 2025

PUBLICIDAD

Inicio Blog

El césped como un espacio donde se vive

El césped es, posiblemente, uno de los elementos más reconocibles y, a la vez, más debatidos en el diseño de jardines que, para muchos, además les evoca recuerdos de infancia, siestas de verano y juegos al aire libre… en definitiva, el césped como un espacio donde se vive.

Es un lienzo verde que aporta calma, orden y una sensación de naturaleza domesticada. Sin embargo, trasciende de ser una simple alfombra vegetal. Un césped bien concebido se convierte en el eje vertebrador del paisaje, un regulador ambiental y una fuente directa de bienestar. Pero para ello, su correcta implantación y manejo son clave para aunar estética, funcionalidad y respeto por el entorno.

Para profundizar en esta materia, el equipo de redacción de Floresyplantas.net ha entrevistado a Víctor Manuel Gil Puerta, Ingeniero Técnico Agrícola, Máster en Jardinería y Paisajismo y gerente de V2 Paisajismo y Jardinería, empresa especializada en proyectos de paisajismo en Madrid (España). Con él conversamos sobre la dimensión real del césped en el paisajismo contemporáneo.

Víctor Manuel Gil: Un césped no es solo algo que se planta; es un espacio que se vive.

Floresyplantas.net: Víctor, a menudo se percibe el césped como un simple elemento estético. Desde tu perspectiva como arquitecto del paisaje, ¿cuál es su verdadera función en el diseño de un jardín?

Víctor Manuel Gil: Esa es una visión muy limitada. Antes que una planta, para nosotros el césped es un concepto espacial. Cuando abordamos un proyecto, trabajamos con volúmenes, texturas y planos, y el césped es el plano base por excelencia.

Es el elemento que unifica todo el conjunto, proporcionando una continuidad visual que de otro modo sería imposible. Imagina un jardín sin él; correríamos el riesgo de tener una simple colección de plantas y objetos inconexos.

Su función como plano horizontal tiene un efecto directo en nuestra percepción. Una pradera bien definida genera una inmediata sensación de amplitud. Actúa como un «vacío» estratégico que, por contraste, realza la presencia de los elementos que la rodean: la silueta de un árbol, la textura de un macizo floral o la solidez de una escultura. Sin ese vacío, la mirada se satura y el jardín pierde su orden y jerarquía.

Además, de forma sutil, sus límites guían nuestros pasos y nuestra mirada, dirigiendo la perspectiva e invitándonos a movernos por el espacio de una manera fluida y orgánica.

Jardín con césped

Hablas de la percepción del espacio, pero un jardín también se vive a través de los sentidos. ¿Qué aporta el césped a nuestro bienestar personal?

Aporta muchísimo, y es algo que a veces subestimamos. Un jardín no solo se ve, se siente. El color verde tiene un efecto psicológico sedante demostrado; nuestro cerebro lo asocia con vida y seguridad, lo que reduce el estrés.

Pero la experiencia va más allá. Caminar descalzo sobre una pradera fresca es una conexión directa con la tierra, lo que hoy se conoce como grounding. Esa textura, la humedad y la temperatura estimulan terminaciones nerviosas y generan una sensación de bienestar casi inmediata.

Y qué decir del aroma a césped recién cortado. Pocos olores tienen una carga emocional tan potente; nos evoca frescura, renovación, naturaleza. Es un potente activador de la memoria afectiva.

Incluso a nivel acústico, cumple una función: una superficie cespitosa absorbe el sonido mucho mejor que el pavimento, contribuyendo a crear una atmósfera de tranquilidad y a reducir el ruido ambiental. Todo ello convierte el jardín en un verdadero refugio.

Más allá de lo sensorial, ¿qué papel juega el césped como ecosistema, especialmente en entornos urbanos donde cada metro cuadrado de vegetación cuenta?

Su papel es fundamental. Una zona de césped bien gestionada es un ecosistema vivo que presta servicios medioambientales muy valiosos. Por poner un ejemplo tangible, una superficie de unos 150 metros cuadrados puede producir el oxígeno suficiente para una familia de cuatro personas. Por otra parte, su trama de hojas actúa como un filtro natural, capturando partículas de polvo y otros contaminantes del aire.

Además, es un excelente regulador de la temperatura. En un día de verano, una superficie de césped puede estar hasta 20 °C más fría que el asfalto, por lo que participa creando un efecto de «isla de frescor» que suaviza el microclima del jardín y su entorno.

Y no podemos olvidar su rol en el ciclo del agua. Un césped sano, con un buen sistema radicular, actúa como una esponja, aumentando la capacidad de infiltración de agua en el terreno y ayudando a recargar los acuíferos de forma natural.

Jardín con césped en una casa residencial

Has mencionado el agua, y ese es un punto crítico, sobre todo en climas con escasez de lluvias, como gran parte de España y zonas de países de Hispanoamérica. ¿Es compatible tener un césped con una gestión sostenible del agua?

Rotundamente sí. La demonización del césped por su consumo hídrico parte, a menudo, de un enfoque obsoleto. El paisajismo contemporáneo no plantea una elección entre tener césped y ser sostenible; el reto es diseñar y mantener praderas de bajo consumo hídrico. Esto lo logramos con una estrategia integral en las que, además, convive con áreas de xerojardín.

La clave empieza en la selección de especies. Utilizamos mezclas adaptadas a nuestro clima, como la Festuca arundinacea, que tiene un sistema radicular muy profundo y es capaz de buscar la humedad en capas más bajas del suelo, mostrando una gran resistencia a la sequía. La combinamos con otras como el Lolium perenne para una implantación rápida o la Poa pratensis por su capacidad de autoregenerarse. En proyectos concretos, también valoramos especies de clima cálido como el Cynodon dactylon o la Zoysia japonica, que tienen una tolerancia excepcional al calor, aunque entren en latencia en invierno.

A esto se suma un manejo adecuado: siegas a la altura correcta para fomentar raíces fuertes, un abonado equilibrado y prácticas como el escarificado para mejorar la aireación. Y por supuesto, la tecnología es nuestra gran aliada. Instalamos sistemas de riego por aspersión de alta eficiencia y programadores inteligentes que se ajustan en tiempo real a las condiciones meteorológicas, aportando la cantidad justa de agua, en el momento preciso y minimizando cualquier pérdida.

Para terminar, Víctor, ¿qué mensaje final te gustaría transmitir a nuestros lectores, ya sean profesionales del sector o aficionados que sueñan con su propio jardín?

Me gustaría que comprendieran que el césped no es un mero manto verde, sino un elemento de diseño complejo, un ecosistema vivo y un componente fundamental para crear jardines saludables, funcionales y bellos.

Ya sea en un jardín privado, que es el refugio de una familia, o en un parque público, que funciona como pulmón verde y espacio de cohesión social, una pradera bien proyectada es una declaración de intenciones. La clave está en abordar cada proyecto con una visión integral, aplicando el conocimiento técnico para maximizar todos sus beneficios. Porque un césped no es solo algo que se planta; es un espacio que se crea, se vive y se disfruta, mejorando, en última instancia, nuestra calidad de vida.

El Xerojardín, belleza resiliente con mínimo consumo de agua

Podemos definir el Xerojardín como la belleza resiliente con mínimo consumo de agua. En un momento en el que la gestión de los recursos naturales es cada vez más crucial, la xerojardinería emerge no como una moda pasajera, sino como una filosofía de diseño inteligente y profundamente estética.

¿Qué es exactamente un xerojardín y en qué se diferencia de la xerojardinería?

Es una distinción importante para entender la base de todo. La xerojardinería es el conjunto de técnicas y principios de diseño paisajístico orientados a reducir al máximo la necesidad de riego suplementario. Proviene del griego xeros, que significa ‘seco’.

El xerojardín, por su parte, es el resultado tangible de aplicar esa filosofía: un jardín proyectado para prosperar con el agua que recibe de forma natural en su entorno, complementado con un riego mínimo y altamente eficiente.

Es fundamental desterrar la idea errónea de que un xerojardín es un espacio árido, lleno de rocas y cactus, carente de vida o color. Al contrario, la xerojardinería nos enseña a crear ecosistemas impactantes y llenos de belleza, utilizando un catálogo vegetal adaptado y un diseño meditado.

¿Qué valor aporta un xerojardín a nivel estético y emocional?

Ahí reside una de sus grandes virtudes. Un xerojardín bien concebido posee un valor estético enorme porque se integra de forma armónica en el paisaje local. En lugar de imponer especies exóticas que luchan por sobrevivir, se trabaja con plantas que pertenecen a ese lugar, o a climas similares. Esto genera una sensación de serenidad y pertenencia.

En esta línea de la vegetación en un xerojardín, la paleta de colores suele ser más sutil y texturizada: los colores plata de las santolinas, los azules de las lavandas, los bronces de las gramíneas ornamentales… En definitiva, son jardines que cambian con las estaciones de una manera muy natural y auténtica.

Por otra parte, emocionalmente, conectan con la resiliencia y la sostenibilidad. Cuidar un jardín que no exige un consumo desmedido de recursos genera una satisfacción profunda en su propietario y quien lo gestiona, la de saber que estamos colaborando con el entorno en lugar de luchar contra él.

Xerojardín en un parque público

¿Cuáles son las características clave en la planificación de un xerojardín?

Para una empresa especializada en diseños de paisajismo, el éxito de un xerojardín no reside en la improvisación, sino en una planificación cuidadosa.

El primer paso es un análisis del emplazamiento: estudiar la exposición solar, los vientos dominantes, el tipo de suelo y su drenaje. Un buen diseño agrupa las plantas según sus necesidades hídricas, una técnica que llamamos hidrozonificación.

Las plantas que requieren algo más de agua se sitúan juntas en las zonas más bajas o sombrías, mientras que las más resistentes a la sequía ocupan las áreas más expuestas.

Además, se limita la superficie de césped convencional, que es uno de los mayores consumidores de agua en un jardín tradicional, aunque con la selección adecuada y técnicas avanzadas de riego, las cantidades hídricas para su riego bajan considerablemente. En su lugar, se pueden emplear cubiertas vegetales tapizantes, áridos decorativos como gravas o cortezas de pino, o praderas de flor de bajo mantenimiento.

¿Qué tipo de especies son las protagonistas de un xerojardín?

La selección vegetal es, sin duda, el corazón de un xerojardín. Las plantas autóctonas de la región son siempre la primera opción, ya que están perfectamente adaptadas al clima y al suelo, y además sirven de refugio y alimento para la fauna local.

Junto a ellas, se pueden sumar plantas de climas similares. Gramíneas ornamentales como el Stipa tenuissima, aromáticas como el romero rastrero (Salvia rosmarinus ‘Prostratus’) o la salvia (Salvia leucantha), y vivaces como las gauras o el Agapanthus africanus, ofrecen floraciones espectaculares con muy poca agua.

Las suculentas, como agaves, aloes y diferentes especies de Sedum con capacidad de resiliencia y adaptabilidad, aportan estructura y texturas únicas durante todo el año. La clave es la diversidad para crear un ecosistema resiliente y atractivo.

¿Cómo se gestiona el agua de manera eficiente en un xerojardín?

La eficiencia es la meta. Un xerojardín no significa «riego cero», especialmente durante su fase de implantación, mientras las plantas desarrollan su sistema radicular.

La técnica más recomendada es el riego por goteo, que aplica el agua directamente en la base de la planta, minimizando la evaporación y evitando mojar el follaje, lo que previene enfermedades fúngicas.

Destacar también que existe el riego subterráneo o riego enterrado, como también se denomina. Se trata de una red de tuberías de riego con goteros integrados colocados entre 5 a 10 centímetros por debajo de la superficie, lo que permite aportar agua exactamente en la franja del suelo donde se desarrolla el sistema radicular.

Sea el sistema que sea, se promueve un riego profundo y espaciado en el tiempo. Esto incentiva a las plantas a desarrollar raíces más profundas en busca de la humedad almacenada en el suelo, haciéndolas más fuertes y autosuficientes.

Otro elemento fundamental es el uso de acolchado o mulching. Una capa de corteza de pino, paja o grava (áridos) sobre el suelo reduce la evaporación, mantiene una temperatura más estable y limita la aparición de malas hierbas que compiten por el agua.

Xerojardín en una terraza

¿Cuáles serían los beneficios más destacados de apostar por un xerojardín?

Los beneficios son transversales y muy significativos. Para un propietario del jardín, la ventaja más inmediata es la reducción del consumo de agua, que se traduce en un ahorro económico considerable en la factura y, por supuesto, un menor impacto ambiental. Además, su bajo mantenimiento es un valor incalculable: menos tiempo segando césped, menos fertilizantes, menos podas y menos problemas fitosanitarios, ya que las plantas adaptadas son, por lo general, más resistentes.

Para los profesionales, diseñadores, empresas de jardinería o responsables de espacios públicos, etc. ofrecer soluciones de xerojardinería es posicionarse a la vanguardia del paisajismo sostenible. Es una respuesta directa a las normativas cada vez más estrictas sobre el uso del agua y a una demanda social creciente por soluciones más ecológicas.

Un xerojardín es, en definitiva, una inversión en belleza, resiliencia y responsabilidad. Es el jardín del futuro para estos casos de clima y escasez de agua, disponible hoy.

El tulipán es una flor elegante y versátil

Pocas flores logran capturar la esencia de la primavera con la elegancia y versatilidad del tulipán. Su capacidad para transformar un espacio, ya sea en un sencillo jarrón o en una extensa pradera, lo convierte en un recurso botánico de primer orden.

Para el profesional de la flor cortada, representa una interesante opción en el mercado primaveral; para el aficionado a la bricojardinería, es la recompensa cromática tras el reposo invernal; y para el paisajista, es una herramienta de diseño interesante, capaz de crear impactantes masas de color tanto en jardines privados como en proyectos de envergadura pública.

Cómo es el tulipán.

El tulipán es una flor elegante y versátil y su aparente sencillez esconde una historia rica y una biología que merece ser contada.

El tulipán (Tulipa spp.), perteneciente a la extensa familia de las Liliáceas (Liliaceae), la cual agrupa a un amplio género de especies bulbosas, herbáceas y vivaces.

Aunque hoy lo asociamos directamente a los Países Bajos, su origen se encuentra en las regiones montañosas de Asia Menor, Persia y el Turquestán. De hecho, su nombre deriva del vocablo turco “dülbend” (turbante), en alusión a la forma de sus flores cerradas.

Fue el botánico Carolus Clusius quien, en el siglo XVI, lo introdujo en el jardín botánico de Leiden (Holanda), desatando una fascinación que perdura hasta nuestros días.

Las variedades comerciales actuales proceden principalmente de la especie Tulipa gesneriana. Su estructura subterránea es un bulbo tunicado, un órgano de reserva diseñado para sobrevivir a condiciones adversas. En él, sus capas más externas, conocidas como túnicas, son secas y papiráceas, con el objetivo de protegerlo de daños mecánicos y de la deshidratación.

En su interior se encuentran sus escamas carnosas o láminas, encargadas de almacenar los nutrientes que le permitirán su desarrollo durante la siguiente temporada. Es en la base del bulbo, desde donde emite un sistema radicular fasciculado y anual, cuya función es la absorción de agua y nutrientes durante el ciclo vegetativo.

Ta en la parte aérea, la planta desarrolla un tallo erecto y sin ramificaciones que alberga unas pocas hojas, generalmente entre dos y seis. Estas son de color verde a verde grisáceo, de textura algo carnosa, forma lanceolada y que abrazan el tallo en su base, decreciendo en tamaño a medida que ascienden.

Flores de tulipán

Las flores son su mayor atractivo ornamental.

Sobre las flores de tulipán, en España, su floración se efectúa durante la primavera, principalmente entre los meses de abril y mayo, aunque la temporada puede empezar en marzo y extenderse hasta principios de junio. Este es el mayor atractivo ornamental de su ciclo.

Generalmente solitaria y terminal, la flor es emitida sobre el tallo y está compuesta por seis tépalos (piezas florales que no se diferencian en pétalos y sépalos) que conforman una corola acampanada o en forma de copa. Estas flores están disponibles en una gama de colores que abarca prácticamente todo el espectro, a excepción del negro y el azul puro.

Tras la fecundación, puede desarrollar un fruto en forma de cápsula que contiene semillas planas, aunque en la práctica profesional y de aficionado, su multiplicación es exclusivamente vegetativa a través de sus bulbos.

El tulipán como flor cortada.

En el ámbito de la flor cortada, el tulipán ocupa una posición de privilegio, disputando los primeros puestos en el ranking mundial de consumo junto a clásicos como la rosa, el clavel y el crisantemo. Su principal atractivo reside en su elegancia formal y en la pureza de su color, que aporta un toque de frescura y sofisticación a cualquier arreglo floral, incluso como único protagonista.

Solas o en conjunto, a la hora de conservarlas en jarrón, es recomendable seguir unas pautas sencillas para prolongar su vida útil: realizar un corte diagonal en la base del tallo bajo el agua, así como retirar algunas de las hojas inferiores que queden sumergidas para evitar la proliferación de bacterias, y utilizar agua limpia, al ser posible con un conservante de flor. Esta agua es recomendable ser cambiada cada dos días.

Un detalle a tener en cuenta es que los tallos de los tulipanes pueden continuar creciendo algo en el jarrón, por lo que es interesante jugar con esta característica en las composiciones.

Jardín con tulipanes

Los tulipanes en el jardín.

En jardinería, el tulipán es un buen recurso para la creación de manchas de color estacionales. Su uso en plantaciones masivas, ya sea en parterres, borduras o formando «ríos» de color en praderas, genera un impacto visual de gran fuerza.

Se recomienda su plantación en grupos densos para lograr este efecto, evitando ejemplares aislados que pierden notoriedad. Son ideales para jardines de estilo formal, pero también se integran a la perfección en diseños más naturalistas, combinados con gramíneas o plantas vivaces de floración tardía que tomarán el relevo una vez que el tulipán haya finalizado su ciclo.

La época de plantación es un factor clave y depende del hemisferio. En el hemisferio norte, los bulbos se plantan en otoño, desde septiembre hasta diciembre, antes de que el suelo se congele. En el hemisferio sur, esta labor se traslada a los meses de otoño austral, como abril y mayo.

Una pregunta recurrente es si el tulipán puede naturalizarse, es decir, si puede permanecer en el terreno y florecer año tras año sin necesidad de ser replantado. Si bien las especies botánicas y algunas variedades antiguas como los tulipanes Darwin tienen una mayor capacidad para ello, la mayoría de los híbridos modernos tienden a perder vigor con el tiempo. Esto se debe a que han sido seleccionados genéticamente para producir una flor espectacular el primer año, a menudo a expensas de la capacidad del bulbo para regenerarse eficientemente.

En este contexto, no podemos mencionar festivales en las que esta planta bulbosa, el tulipán, es protagonista sin matices. Nos referimos al Festival de bulbosas ornamentales de Keukenhof y al Festival de Tulipanes en Woodburn, Oregon.

Los cuidados del tulipán en el jardín.

Para que los tulipanes vegeten correctamente, requieren un suelo bien drenado; el encharcamiento es su principal enemigo, ya que provoca la pudrición del bulbo.

Prefieren una exposición a pleno sol o en semisombra ligera. Una vez que la flor se marchita, es fundamental cortar únicamente la flor para evitar la formación de semillas, que consumiría una energía muy valiosa para el bulbo. Las hojas, sin embargo, deben mantenerse hasta que se sequen y amarilleen por completo.

Durante este período, la planta realiza la fotosíntesis y transfiere toda la energía a su órgano de reserva, garantizando la floración del año siguiente en aquellas variedades con capacidad de reflorescencia.

Jardín con tulipanes

La producción de bulbos de tulipán.

La producción de bulbos de tulipán a gran escala es una actividad altamente especializada y concentrada en pocas regiones del mundo.

Los Países Bajos son, con diferencia, el líder indiscutible, acaparando más del 55 % de la superficie mundial dedicada a este cultivo. Su éxito se debe a una combinación de factores: condiciones edafoclimáticas idóneas, con suelos arenosos y un clima fresco y húmedo, y una estructura comercial y logística sin parangón, con subastas de flores y bulbos que marcan la pauta a nivel global.

Otros países productores relevantes son Japón, Francia y, en el hemisferio sur, Chile y Nueva Zelanda, que abastecen al mercado en contraestación.

En los viveros especializados, el cultivo se centra en obtener bulbos de un calibre comercial óptimo, ya que el tamaño del bulbo está directamente relacionado con la calidad y el tamaño de la flor.

Para su venta, los bulbos se presentan generalmente en bolsas de malla o cajas de cartón, clasificados por variedad y calibre. Es habitual encontrarlos en centros de jardinería, grandes superficies y tiendas online a partir de finales de verano.

Tendencias y preferencias del tulipán en el mercado.

Como hemos adelantado, el tulipán es una flor elegante y versátil, por lo que el mercado del tulipán es dinámico y responde a las tendencias en decoración e interiorismo. Si bien los colores clásicos como el rojo, el amarillo y el rosa siguen teniendo una gran demanda, en los últimos años se ha observado un creciente interés por tonalidades más sofisticadas.

En este contexto, los colores pastel, los blancos puros, los tonos casi negros como el ‘Queen of Night’ y las variedades bicolores o con pétalos flameados gozan de gran popularidad.

Se pueden identificar distintos grupos de consumidores. Por un lado, está el público que busca el impacto visual inmediato con colores vibrantes y variedades robustas.

Por otro, un segmento de consumidores y diseñadores que prefiere variedades más especiales por su forma, como los tulipanes papagayo (con tépalos rizados y ondulados), los de flor de lis (con tépalos puntiagudos y elegantes) o los dobles, que asemejan pequeñas peonías. Esta diversidad asegura que siempre haya un tulipán adecuado para cada proyecto, gusto y sensibilidad.

El festival de bulbosas ornamentales de Keukenhof

Cada primavera, en el corazón de los Países Bajos, un jardín efímero abre sus puertas para realzar el valor ornamental de las plantas bulbosas con el despertar de la naturaleza.

Este lugar es Keukenhof, un nombre que para cualquier profesional o aficionado al mundo de las plantas es sinónimo de excelencia en paisajismo y diseño floral. Si bien el tulipán es uno de los principales protagonistas, la grandeza de Keukenhof reside en su capacidad para componer un catálogo completo de bulbosas, donde cada planta bulbosa interpreta un papel esencial para crear una experiencia inolvidable.

El origen del jardín de Keukenhof. De huerto real a lienzo paisajístico.

La historia del lugar se remonta al siglo XV. Los terrenos que hoy admiramos servían entonces como huerto y zona de recolección para el castillo de Teylingen, hogar de la condesa Jacqueline de Baviera. De esa función primigenia deriva su nombre, Keukenhof, que significa «el jardín de la cocina».

Tras la Segunda Guerra Mundial, en 1949, un grupo de destacados productores y exportadores de bulbos de flor de la región de Lisse, ideó la creación de una exposición al aire libre donde pudieran mostrar su catálogo vivo.

El propósito era doble: por un lado, ofrecer a los floricultores de todo el mundo una plataforma donde exhibir sus mejores variedades e híbridos, y por otro, estimular el interés del público general por la jardinería con bulbos.

El éxito fue inmediato, y lo que comenzó como una feria profesional se transformó rápidamente en una atracción de fama internacional.

Jardines de Keukenhof con bulbosas en flor

Keukenhof y el arte de un jardín efímero.

Keukenhof, situado en la localidad de Lisse, es la máxima expresión de la jardinería efímera. Su diseño se reinventa cada año, y el verdadero secreto de su éxito no reside solo en los tulipanes, sino en la magistral combinación de múltiples especies.

Cada otoño, se plantan a mano cerca de siete millones de bulbos de los llamados grupo de bulbos de otoño, un trabajo de precisión que sigue un plano paisajístico meticulosamente elaborado.

Aquí es donde se despliega la técnica. Aunque el tulipán es la figura más reconocida, son los narcisos (Narcissus), jacintos (Hyacinthus), crocus (Crocus), muscaris (Muscari) y fritillarias (Fritillaria) los que construyen la estructura del espectáculo.

Se utilizan métodos, como la plantación en «lasaña», disponiendo en capas, bulbos de diferentes especies y períodos de floración. Los más tempraneros, como los crocus, se sitúan en las capas superiores para ser los primeros en emerger, mientras que las variedades de tulipanes más tardías ocupan los niveles más profundos.

Esta estrategia asegura un tapiz de color continuo y en constante evolución durante las ocho semanas que el parque permanece abierto.

Un calendario escrito con flores de bulbosas.

El festival de bulbosas ornamentales de Keukenhof se celebra anualmente coincidiendo con la primavera del hemisferio norte, generalmente desde mediados de marzo hasta principios de mayo, garantizando una floración escalonada durante las ocho semanas que el parque está abierto.

Visitar Keukenhof en diferentes momentos de la temporada ofrece experiencias completamente distintas. A principios de la primavera, el protagonismo recae en los delicados crocus (Crocus), los narcisos (Narcissus) de colores vivos y las primeras variedades de tulipanes.

A medida que avanza abril, el parque alcanza su apogeo con la floración masiva de los tulipanes y el intenso perfume de los jacintos (Hyacinthus), que inunda el ambiente.

Hacia el final, las variedades de tulipanes más tardías comparten escenario con otras bulbosas como los alliums, cerrando el ciclo.

Jardines de Keukenhof con bulbosas en flor

El epicentro del sector de las bulbosas ornamentales.

Más allá de su innegable atractivo turístico, el papel de Keukenhof para el sector de la floricultura de bulbo es insustituible. Funciona como el principal escaparate internacional de la industria neerlandesa, un catálogo vivo donde los obtentores y productores presentan sus innovaciones y las variedades que marcarán tendencia en los próximos años.

Compradores, paisajistas e ingenieros agrónomos de todo el mundo acuden para observar el comportamiento de las plantas en un entorno real, evaluar su impacto visual y establecer contactos comerciales. La popularidad de un cultivar en los parterres de Keukenhof a menudo determina su éxito en el mercado global.

Para el visitante, ya sea profesional o aficionado, es una fuente de inspiración inagotable. Ofrece la oportunidad de descubrir combinaciones cromáticas, estudiar densidades de plantación y aprender sobre el manejo de especies que quizás solo conocía por catálogo. Es una clase magistral de diseño y botánica a cielo abierto.

De forma multidisciplinar, el festival floral de Keukenhof no es solo del tulipán. Es la celebración de todo un ecosistema floral, una obra de arte colectiva donde el tulipán brilla como protagonista gracias al perfecto acompañamiento de un completo catálogo de bulbosas que, juntas, componen uno de los grandes espectáculos florales de la primavera en la Europa central.

Cuidados de la Dipladenia, guía para una floración espectacular

La Dipladenia, también conocida por su nombre Mandevilla sanderi (la Dipladenia), se ha consolidado como una de las plantas ornamentales más valoradas en nuestros jardines, terrazas y balcones. Su éxito responde a una combinación de gran valor estético, con floraciones generosas y prolongadas, y una notable capacidad de adaptación que facilita su cultivo.

Lejos de ser una planta exigente, ofrece resultados sobresalientes con unos cuidados bien entendidos, convirtiéndose en una solución idónea para quienes buscan un gran impacto visual sin una dedicación exhaustiva.

Valor ornamental de la Dipladenia desde el diseño.

Desde el punto de vista del diseño de exteriores e interiores, la Dipladenia es una planta sumamente versátil. Su porte, que puede ser trepador o compacto según la variedad y la poda, permite integrarla en múltiples espacios.

En un balcón de dimensiones reducidas, un solo ejemplar en una maceta adecuada puede aportar un toque de vitalidad sin saturar el espacio. En patios o terrazas más amplias, podemos permitirnos macetas de gran formato o crear alineaciones en jardineras para delimitar zonas y generar un impacto visual contundente.

Por su capacidad para la verticalización, utilizada como trepadora sobre una celosía o una espaldera, es capaz de transformar una pared anodina en un lienzo floral en una sola temporada. Su crecimiento es rápido y vigoroso, permitiendo cubrir superficies y aportar una valiosa sensación de privacidad y frondosidad en pocos meses.

En el ámbito del interiorismo, aunque es principalmente de exterior, puede disfrutarse temporalmente en galerías o estancias muy luminosas, aportando un punto focal de color y exotismo.

Sus posibilidades son enormes y de hecho, en España se ha puesto en marcha la campaña de promoción para su consumo llamada Di Dipladenia.

La Dipladenia como motor de biodiversidad y simbolismo en el jardín.

El valor de una planta no reside únicamente en su belleza. La Dipladenia desempeña un papel activo en el ecosistema de nuestro jardín. Sus flores, abundantes y ricas en néctar, son un imán para insectos polinizadores como abejas y mariposas, contribuyendo a aumentar la biodiversidad local. Integrarla en nuestro espacio es, por tanto, una forma sencilla y hermosa de crear un pequeño refugio para esta fauna auxiliar tan necesaria.

Más allá de su función ecológica, la Dipladenia porta un rico simbolismo. En el lenguaje de las flores, se asocia con la gratitud, la armonía y la conexión emocional, lo que la convierte en una excelente opción para regalar.

Su naturaleza resistente y su crecimiento tenaz también la erigen como un símbolo de resiliencia y adaptación, un recordatorio de la fortaleza que puede encontrarse en la delicadeza.

Claves para el cultivo de la Dipladenia.

El mantenimiento de la Dipladenia se fundamenta en principios sencillos. Es una superviviente nata, lo que la hace ideal para quienes se inician en el cuidado de las plantas.

Su principal requisito es una ubicación a pleno sol o, como mínimo, con una gran cantidad de luz directa durante varias horas al día; de ello depende directamente la intensidad y cantidad de su floración.

En cuanto al riego, tolera mejor la sequía moderada que el exceso de agua. La clave está en dejar que el sustrato se seque ligeramente entre riegos, evitando el encharcamiento que podría provocar problemas en las raíces.

Un buen sustrato, con excelente drenaje, es fundamental, como ya hemos comentado en otras ocasiones en esta revista. Durante la temporada de crecimiento, desde la primavera hasta el otoño, agradecerá un aporte regular de fertilizante para plantas de flor que sustente su desarrollo y su producción continua de capullos.

Creatividad y combinaciones en el diseño de plantaciones con la Dipladenia.

La versatilidad de la Dipladenia también se manifiesta en su capacidad para convivir con otras especies. Permite crear combinaciones cromáticas muy interesantes en jardineras compartidas.

Por ejemplo, el rojo intenso de una Dipladenia puede contrastar magníficamente con el follaje grisáceo de plantas mediterráneas como la lavanda o el romero, que además comparten necesidades similares de sol y poco riego.

En contenedores mixtos, puede actuar como el elemento trepador o colgante que aporta altura y cascadas de color, mientras otras plantas de porte más bajo rellenan la base.

Por todo ello, la Dipladenia, en el mundo de la bricojardinería, es una que ofrece un rendimiento ornamental de primer nivel, es una aliada de la biodiversidad local y su cultivo no presenta grandes complicaciones. Es la prueba de que es posible disfrutar de un espacio exterior o interior lleno de vida y color con la planta adecuada.

La floriografía y el lenguaje de las flores

En el ámbito de la botánica y el diseño, a menudo nos centramos en la estética de la flor: su color, su forma, su fragancia. Sin embargo, más allá de su belleza tangible, las flores han servido durante siglos como vehículo de un diálogo silencioso, un código cargado de intención y sentimiento.

Este es el lenguaje de las flores, una forma de comunicación sutil y profunda donde cada especie, cada color y cada gesto encierran un mensaje esperando ser interpretado. Es una tradición que nos invita a mirar más allá de lo ornamental para redescubrir las plantas como portadoras de historias y emociones.

Los orígenes del idioma floral.

Aunque la asociación de flores con significados es tan antigua como la propia civilización, el concepto de un lenguaje floral estructurado floreció de manera particular en el Imperio Otomano.

Fue allí, en la Constantinopla del siglo XVIII, donde se practicaba un juego de objetos y rimas llamado «selam», que permitía enviar mensajes complejos a través de flores y otros elementos.

Quien abrió la puerta de este conocimiento a Europa fue la aristócrata y escritora Lady Mary Wortley Montagu. Tras vivir en Turquía como esposa del embajador británico, describió en sus cartas, publicadas en 1763, cómo se podía «reñir, escribir cartas de pasión, de amistad, de cortesía, o de noticias, sin mancharse los dedos«.

Su relato sembró una semilla que germinaría con un vigor extraordinario un siglo más tarde, en la encorsetada sociedad victoriana. La rígida etiqueta de la época limitaba la expresión abierta de los sentimientos, convirtiendo a las flores en el canal perfecto para la comunicación encubierta. Fue en este contexto donde nació y se popularizó la floriografía.

Ramo de flores de gerbera y lilium

Floriografía es la gramática de un lenguaje floral silencioso.

A menudo se usan como sinónimos, pero es útil matizar la relación entre «lenguaje de las flores» y «floriografía». Mientras que el primero es el concepto general de comunicar a través de las flores, la floriografía es la codificación y el estudio sistemático de esos significados.

Durante la era victoriana, se publicaron decenas de diccionarios florales que asignaban significados específicos a cada planta, convirtiéndose en manuales imprescindibles para la buena sociedad.

La floriografía, por tanto, es la «gramática» de este idioma, el sistema que le da una estructura comprensible.

La interpretación del mensaje floral más allá de la especie.

Interpretar un mensaje floral no es tan simple como buscar una palabra en un diccionario. Es un arte que requiere sensibilidad y atención al detalle.

El significado de un ramo no solo dependía de la especie de la flor, sino de un conjunto de factores. El color era fundamental: una rosa roja proclamaba un amor apasionado, mientras que una rosa amarilla podía significar amistad en un contexto moderno, pero celos o amor menguante en la tradición victoriana.

El estado de la flor también hablaba. Un capullo podía insinuar un sentimiento incipiente o la pureza, mientras que una flor en plena madurez representaba un sentimiento consolidado.

Incluso la forma de entregar el ramo tenía su propio código: ofrecerlo con la mano derecha implicaba un «sí», mientras que con la izquierda era un «no». Un ramo entregado al revés invertía por completo el significado original de las flores. Un simple gesto podía transformar una declaración de amor en un rotundo rechazo.

Las protagonistas del diálogo floral.

Aunque casi cualquier flor puede tener un significado, algunas se han erigido como las grandes protagonistas de este lenguaje. La rosa es, sin duda, la más elocuente, un auténtico abecedario de emociones según su color.

El lirio o azucena (Lilium), con su porte majestuoso, ha representado históricamente la pureza, la inocencia y el honor.

El tulipán, por su parte, es famoso por ser una de las más directas declaraciones de amor, especialmente en su variedad roja, una simbología heredada de una leyenda persa.

En el contexto español, aunque se comparten muchos de estos significados universales, el clavel (Dianthus caryophyllus) adquiere una resonancia cultural propia, cargada de pasión, amor y una fuerte identidad regional, siendo un emblema en festividades de todo el país.

El lenguaje de las flores no es un idioma universal.

Es crucial comprender que la floriografía no es un idioma universal. Su vocabulario está profundamente influenciado por la cultura, la religión y la historia de cada región.

Un ejemplo claro son las flores de crisantemo (Chrysanthemum). En Japón, es una flor venerada, símbolo de la familia imperial, la longevidad y el honor. Sin embargo, en muchos países de Europa, como España, Francia o Bélgica, su uso está casi exclusivamente reservado a los ritos funerarios y al Día de Todos los Santos, asociándose con el duelo.

Otro caso notable es la caléndula o cempasúchil (Tagetes erecta) en México. Su color anaranjado intenso y su aroma penetrante la convierten en la flor por excelencia del Día de Muertos, donde se cree que su luz y olor guían a las almas de los difuntos de vuelta a casa. Este significado, tan profundo y arraigado, es único de su cultura.

Comprender el lenguaje de las flores es, en esencia, aprender a escuchar. Es un ejercicio de observación que nos conecta con la historia y con la naturaleza de una forma más íntima. Ya sea al elegir un ramo para regalar o al recibirlo, conocer estos códigos nos permite participar en una tradición ancestral, añadiendo una capa de significado y profundidad a uno de los gestos más bellos de la humanidad.

La relación entre el lenguaje floral y su venta.

Si nos planteamos una relación entre el lenguaje floral y su venta, vemos que no existe una correlación directa y cuantificable que dicte que las flores con el simbolismo más rico sean sistemáticamente las más vendidas a lo largo del año.

El volumen de ventas global de una especie floral depende de un conjunto de factores mucho más pragmáticos, como su durabilidad en florero (vida poscosecha), su coste de producción, la resistencia al transporte, la disponibilidad estacional y, por supuesto, las tendencias estéticas del momento. Un florista o un diseñador de jardines a menudo elegirá una flor por su textura, su color o su forma para una composición, antes que por su significado victoriano.

Sin embargo, sí existe una relación indirecta y muy poderosa en momentos específicos. Aquí es donde el lenguaje de las flores se convierte en un motor de ventas formidable.

El ejemplo más claro a nivel mundial es el de la rosa roja en San Valentín. Su indiscutible asociación con el amor romántico y la pasión provoca un aumento exponencial de su demanda y precio en esa fecha. De igual manera, los crisantemos y claveles blancos ven un pico de ventas en España y otros países europeos en torno al Día de Todos los Santos, debido a su arraigada conexión cultural con el recuerdo y la solemnidad.

Podríamos decir que el lenguaje de las flores no impulsa las ventas del día a día, pero sí crea picos de demanda muy significativos y predecibles que están vinculados a tradiciones y fechas clave.

Fuera de estas ocasiones, el consumidor promedio, aunque pueda sentirse atraído por la idea de un significado, suele decidir su compra por impulso visual y por las características antes mencionadas.

Ramo de rosas rojas con paniculata

La parte más relevante de la flor en su lenguaje.

En la floriografía o lenguaje de las flores, el mensaje es un compendio de varias capas, pero sin duda, la parte más relevante y universalmente reconocida es el color.

El color es el primer y más impactante atributo que percibimos, y es el que transmite el matiz principal de la emoción. Un mismo tipo de flor puede cambiar radicalmente su mensaje según su tonalidad.

Para ilustrarlo, tomemos como base la rosa:

  • Una rosa roja es una declaración de amor apasionado.
  • Una rosa blanca evoca pureza, inocencia o un amor que trasciende lo terrenal.
  • Una rosa amarilla comunica amistad, alegría o, en su vertiente histórica, celos.
  • Una rosa de color rosa sugiere gratitud, aprecio y un amor más tierno.

Inmediatamente después del color, el segundo elemento más importante es el tipo o la especie de la flor. Cada flor posee un simbolismo fundamental que actúa como base de su mensaje.

La azucena o lirio (Lilium) representa la pureza y la majestuosidad, el girasol (Helianthus annuus) simboliza la admiración y la lealtad, y la violeta (Viola) habla de modestia y lealtad. El color, por tanto, matiza el significado inherente de la especie.

Finalmente, un tercer nivel de interpretación, más propio de la floriografía victoriana clásica, era el estado de desarrollo de la flor. Un capullo cerrado de rosa roja no tenía la misma intensidad que una flor completamente abierta.

El capullo podía significar el despertar de un sentimiento, una promesa de amor, mientras que la flor en su plenitud era la confirmación de esa pasión.

Así, aunque el simbolismo no define el mercado floral en su totalidad, sí lo moldea de forma decisiva en momentos clave. Y a la hora de descifrar su lenguaje, debemos atender primero a su color, que es el adjetivo que califica la emoción, y después a la especie de la flor, que representa el sustantivo o la idea central del mensaje.

Sustratos para cultivo de Dipladenia

Los sustratos para cultivo de Dipladenia han entrado a formar parte del catálogo de empresas fabricantes para dar una respuesta efectiva ante el creciente mercado de esta planta.

Cuando admiramos una Dipladenia en plena floración, con sus brillantes hojas y sus preciosas flores en forma de trompeta, a menudo centramos nuestra atención en el riego y la exposición solar. Sin embargo, uno de los principales secretos para que una planta prospere, especialmente en maceta, reside bajo la superficie.

El sustrato no es simplemente tierra; es el soporte de la planta, el almacén de nutrientes y agua, y el espacio donde las raíces respiran y se desarrollan. Utilizar un sustrato adecuado para la Dipladenia es la inversión más importante que podemos hacer para garantizar su salud y una floración espectacular y duradera.

Venta de sustratos para el cultivo de Dipladenia.

Esta planta trepadora, cuyo nombre es Dipladenia sanderi (Mandevilla sanderi), se ha ganado un lugar de honor en patios, balcones y jardines por su elegancia y resistencia.

Su destino más habitual es el cultivo en macetas o jardineras, donde puede actuar como planta colgante o ser guiada por un tutor para crear estructuras verticales llenas de color. Para que pueda expresar todo su potencial en estas condiciones limitadas, la calidad del medio de cultivo es un factor a destacar.

Conscientes de esta necesidad, diversas empresas especializadas en la fabricación de sustratos para la bricojardinería han desarrollado fórmulas específicas. Estos productos, disponibles en centros de jardinería, floristerías y tiendas online, están diseñados para replicar las condiciones ideales que la Dipladenia necesita, facilitando su cuidado al consumidor final.

Estos sustratos comerciales no solo son aptos para la Dipladenia, sino que su equilibrada formulación los hace igualmente válidos para otras plantas trepadoras de flor que comparten necesidades similares. La tecnología detrás de estos sacos, que suelen comercializarse en formatos de 20 litros, garantiza un crecimiento vigoroso, un enraizamiento óptimo y, en consecuencia, una floración abundante.

Una de las innovaciones más interesantes que incorporan es un fertilizante de liberación controlada como abonado de fondo. Gracias a tecnologías avanzadas, como microcápsulas biodegradables, estos abonos suministran a la planta una nutrición equilibrada y constante durante meses, a menudo hasta seis o más. Esto evita las pérdidas de nutrientes por el riego (lixiviación) y reduce la necesidad de abonados frecuentes, lo que supone una práctica más sostenible y respetuosa con el medioambiente.

Cómo hacer un sustrato casero para cultivo de Dipladenia.

Para aquellos jardineros que disfrutan creando sus propias mezclas, es perfectamente posible formular un sustrato casero de alta calidad. Una receta que ofrece excelentes resultados se basa en conseguir una estructura muy porosa y con buena capacidad de retención de agua, pero sin llegar a encharcarse.

Para ello, podemos combinar diferentes materiales en las siguientes proporciones: un 35% de turba rubia de grano grueso y un 30% de turba rubia de grano medio. Esta base aportará cuerpo y retención de humedad. A continuación, añadiremos un 25% de fibra de coco, que mejora la capacidad de rehidratación del sustrato y favorece la aireación. Finalmente, un 10% de perlita será clave para garantizar un drenaje impecable y aligerar la mezcla.

La turba rubia se puede sustituir por compost vegetal con textura similar. En tal caso, podemos reducir un poco de su proporción a favor de la perlita.

Es fundamental que el pH final de esta mezcla se ajuste a un rango ligeramente ácido, entre 5,5 y 6,0, que es el ideal para la asimilación de nutrientes por parte de la Dipladenia. Además, es muy recomendable incorporar un abono de fondo equilibrado en NPK (nitrógeno, fósforo y potasio) más microelementos, que aporte el impulso inicial para el desarrollo de la planta.

Consejos sobre el trasplante de la Dipladenia.

Tanto si utilizamos un sustrato comercial como uno casero, el momento de la plantación o trasplante es importante. La época ideal para realizar esta tarea es la primavera (en el hemisferio norte), coincidiendo con el inicio del período de crecimiento activo de la planta.

Debemos evitar hacerlo en pleno verano o cuando la planta se encuentra en su máxima floración para no someterla a un estrés innecesario. Por lo general, un trasplante cada uno o dos años suele ser suficiente.

El proceso es sencillo. Primero, preparamos la nueva maceta, que debe ser ligeramente más grande que la anterior. Es muy recomendable colocar en la base una capa de gravilla o arcilla expandida (arlita) para asegurar que el agua sobrante drene sin dificultad. Sobre esta capa, añadimos un poco del nuevo sustrato.

Extraemos con cuidado la planta de su maceta original, observamos el cepellón y retiramos con suavidad las raíces que puedan estar muertas o dañadas. Si vamos a reutilizar la misma maceta, es aconsejable podar aproximadamente dos tercios de las raíces periféricas para estimular la renovación.

Colocamos el cepellón en el centro y rellenamos los huecos laterales con el sustrato, compactando ligeramente con los dedos para evitar bolsas de aire. Un primer riego generoso ayudará a asentar todo el conjunto.

Si la planta ya está en una jardinera grande y no queremos trasplantarla, podemos optar por renovar la capa superficial. Bastará con retirar los 5 centímetros superiores del sustrato antiguo y reemplazarlos por el nuevo, mezclándolo suavemente con la capa inferior.

Recordemos que prestar atención al sustrato es garantizar más de la mitad del éxito en el cultivo de la Dipladenia. Una buena base es sinónimo de raíces sanas, y unas raíces sanas son el motor de una planta espectacular.

Di Dipladenia, su campaña de promoción

La campaña Di Dipladenia es una iniciativa destinada a colocar en el lugar que merece a una de las plantas con mayor proyección en nuestro país: la Dipladenia.

Esta propuesta trabaja para que tanto profesionales como aficionados a la jardinería redescubran y valoren el enorme potencial de esta planta. La campaña no solo busca un impacto comercial, sino también cultural, invitándonos a integrar en nuestros hogares y jardines una especie referente de la producción ornamental española.

La Dipladenia, una planta versátil y resistente.

Antes de profundizar en la estrategia de promoción, es fundamental comprender qué hace tan especial a la Dipladenia sanderi (Mandevilla sanderi).

Originaria de las regiones tropicales de América, esta planta ha demostrado una capacidad de adaptación excepcional a climas como el España en su conjunto, tanto peninsular como insular.

Se caracteriza por sus llamativas flores en forma de trompeta, que se presentan en un completo catálogo de colores como los rojos, rosas, blancos, etc. además de en sus diversas tonalidades, y que brotan sin descanso desde la primavera hasta bien entrado el otoño.

Desde una perspectiva agronómica, su valor reside en su rusticidad. Es una planta que tolera bien el calor y exposiciones a pleno sol, y presenta unas necesidades hídricas moderadas, un factor cada vez más relevante en la planificación de jardines sostenibles.

Su follaje perenne, de un verde intenso y brillante, aporta valor ornamental incluso cuando la floración disminuye. Estas cualidades la convierten en una opción idónea tanto para el jardinero experimentado como para quien se inicia en el cuidado de las plantas.

Campaña de promoción Di dipladenia.

Constituida oficialmente en octubre de 2024, Di Dipladenia nació del impulso de un grupo inicial de seis empresas fundadoras. Sin embargo, su vocación es inclusiva, buscando sumar al proyecto a todos los actores relevantes: desde obtentores de material vegetal y viveros productores, hasta comercializadoras al por mayor, centros de jardinería y empresas de la industria auxiliar (macetas y sustratos, fertilizantes, sistemas de riego, etc.).

Así, la campaña Di dipladenia surge de una observación clara del mercado: España es una potencia en la producción de esta planta, pero la mayor parte de ella se destina a la exportación. El objetivo principal de la iniciativa es, por tanto, dinamizar el consumo interno y familiarizar al público español con una planta que viene triunfando en los exigentes mercados del centro y norte de Europa.

Esta estrategia, impulsada por el propio sector productor, implica una colaboración activa entre viveristas, centros de jardinería, comercializadores y otros agentes de la cadena de valor.

La idea es sencilla pero potente: coordinar esfuerzos para que la Dipladenia gane visibilidad en el punto de venta y para que el consumidor final reciba información clara sobre sus cuidados y posibilidades decorativas. Al hacerlo, no solo se fomenta la venta de una planta, sino que se pone en valor el trabajo y la calidad del sector ornamental español.

Venta de Dipladenia Fushion

Objetivos claros para un impulso decidido.

La campaña Di Dipladenia se ha marcado tres metas fundamentales:

  • Incrementar el conocimiento: Dar a conocer la Dipladenia al gran público español, familiarizándolo con su nombre, características y cuidados básicos.
  • Resaltar sus cualidades: Poner en valor los atributos únicos de la Mandevilla, como su espectacular floración, variedad de colores, resistencia y adaptabilidad; para convertirla en la opción preferente frente a otras plantas de temporada.
  • Aumentar las ventas: Traducir ese mayor conocimiento y preferencia en un incremento tangible del volumen de ventas de Dipladenia en el mercado nacional.

Zonas productoras de Dipladenia en España.

El potencial productivo de la Dipladenia en España es un referente. Zonas como Andalucía, la Región de Murcia y Cataluña lideran el cultivo, en especial la primera. Entre todas suman millones de plantas cada año, que como decimos, tienen su principal destino las zonas de centro y norte de Europa.

La tecnología aplicada en los viveros españoles permite obtener ejemplares de una calidad excepcional, con un sistema radicular bien desarrollado y una estructura preparada para ofrecer una floración espectacular desde el primer momento.

Sin embargo, este éxito productivo ha estado tradicionalmente orientado hacia el exterior. La campaña «Di dipladenia» representa un cambio de paradigma, un esfuerzo consciente del sector por fortalecer su mercado doméstico. Se trata de una apuesta estratégica que reconoce que el consumidor español está preparado para acoger plantas de alto valor ornamental que, además, se alinean con un estilo de vida que valora la belleza con un mantenimiento razonable.

Un sector unido por la Dipladenia.

El éxito de una campaña de esta envergadura reside en el apoyo y la implicación de sus participantes. Di Dipladenia cuenta ya con un respaldo sólido y diverso que refleja el compromiso del sector:

  • Obtentores de variedades protegidas: Impulsando la innovación y calidad genética, participan firmas clave como Rio, Sundaville, Divina, Flordenia, Qdeville y Mandevilla Bella.
  • Productores y Comercializadoras: Asegurando la disponibilidad y calidad de la planta formada, se han sumado viveros de referencia como Viveros las Fresas, Sempreflora, Rachel, POM, BADA, Poleplants, Vivero Bermejo, Cultivating Quality Plants y Corma.
  • Distribución y Puntos de Venta: Facilitando el acceso al consumidor final, la campaña cuenta con el apoyo de importantes cadenas de centros de jardinería y centrales de compras como Aliat Grupo, Centros de Jardinería Fronda y Verdecora.
  • Empresas Patrocinadoras: Aportando recursos y visibilidad desde la industria auxiliar, colaboran marcas reconocidas como Flower, COMPO, Artevasi, Epoca y Grupo Roig.

Posibilidades de la Dipladenia en el diseño de jardines e interiores.

Su catálogo de referencias también es enorme, desde pequeños formatos en maceta de 11 centímetros de diámetro, a plantas de porte columnar de más de dos metros de altura, pasando por portes colgantes, piramidales, de espaldera, en copa, bola, arbolito, etc.

Como paisajista y decorador, se valora especialmente la polivalencia de la Dipladenia. Sus aplicaciones van mucho más allá de la simple maceta en el balcón.

En jardinería y paisajismo, su hábito trepador la convierte en la candidata perfecta para cubrir pérgolas, celosías y muros orientados al sol, creando auténticos tapices de flor durante meses.

También puede gestionarse como un arbusto compacto o incluso como planta colgante en cestas, tarrinas o muros de contención, ofreciendo cascadas de color. Su tolerancia al sol directo la hace imprescindible en jardines de estilo mediterráneo, patios y terrazas donde otras plantas más delicadas sufrirían.

En el ámbito del interiorismo, aunque es principalmente una planta de exterior, la Dipladenia puede utilizarse para aportar un toque de exuberancia y color en espacios muy luminosos. Un ejemplar bien cuidado junto a un gran ventanal o en una galería acristalada puede convertirse en el punto focal de la decoración.

Se recomienda combinarla con macetas de terracota para un aire rústico o con contenedores de líneas depuradas en tonos neutros para un estilo más contemporáneo. Su presencia evoca una atmósfera tropical y sofisticada, capaz de transformar cualquier rincón.

Así, la campaña Di dipladenia es una invitación a apreciar y a integrar en nuestro entorno una planta de extraordinario valor, que representa la excelencia del sector productor español.

Es una oportunidad para que profesionales del paisajismo y la jardinería, así como aficionados, incorporen una especie resiliente, duradera y de una belleza innegable, perfectamente adaptada a nuestras condiciones y a las nuevas sensibilidades estéticas y medioambientales.

El primer ciclamen de flor azul

En el mundo de las plantas ornamentales, el color es un lenguaje universal. Cada tonalidad nos transmite sensaciones, y pocas son tan buscadas y apreciadas como el azul. Este color, asociado a la calma, la profundidad y la confianza, es una rareza en el reino vegetal, un aspecto genético que la naturaleza concede con moderación.

Por eso, cuando el azul se manifiesta en una especie donde era inédito, asistimos a un verdadero hito. Este es el caso del Cyclamen persicum Dragon F1, la serie que por primera vez introduce el azul en la paleta de uno de los protagonistas indiscutibles del jardín de otoño e invierno.

Esta novedad en variedades de ciclamen, se suma a la ya presentada Cyclamen Illusia, una variedad que redefine la estética de esta popular planta de otoño e invierno por la forma y orientación de sus flores.

El Cyclamen persicum es una planta que no necesita presentación. Su elegante floración y sus hojas marmoleadas en forma de corazón son un clásico en nuestros hogares y jardines durante los meses fríos. Acostumbrados a su gama de blancos, rosas, rojos y púrpuras, la llegada de un ciclamen azul no es solo una novedad; es una revolución que amplía sus horizontes expresivos y nos invita a experimentar nuevas emociones a través de una planta familiar.

El valor ornamental de un color inesperado en ciclamen.

El interés del Cyclamen Dragon de color azul radica en su capacidad para evocar la serenidad. Sus flores, que se presentan en una gama de tonalidades dentro de la denominada «Colección Azul», desde un azul más claro a otro más intenso, aportan una nota de frescura y tranquilidad que contrasta maravillosamente con la energía de los colores tradicionales.

No se trata de un azul eléctrico o artificial, sino de matices sutiles que recuerdan a un cielo de invierno o a las aguas profundas.

Esta novedad cromática se presenta en una planta de ciclamen tipo mini, de crecimiento compacto y redondeado. Los peciolos y pedúnculos florales son cortos y robustos, sosteniendo las flores con firmeza por encima del follaje. Esta estructura permite que el color sea el protagonista absoluto, creando una estampa visualmente equilibrada y sumamente elegante.

La experiencia de tener esta planta es, por tanto, una invitación a la pausa y a la contemplación. Colocar un Cyclamen Dragon de color azul en un rincón de lectura o en un espacio de trabajo puede transformar sutilmente el ambiente, aportando un punto de calma visual que muy pocas plantas de interior logran transmitir con tanta eficacia.

Cyclamen Drago de flor azul en el jardín

Integración del Cyclamen de color azul en el diseño de jardines y espacios interiores.

La versatilidad del ciclamen se ve potenciada con la llegada de este nuevo color. Para el paisajista o el aficionado a la jardinería (bricojardinería), el Cyclamen Dragon abre la puerta a combinaciones cromáticas sofisticadas y originales.

En el jardín, y siempre en zonas de clima suave, es una opción excelente para crear puntos focales en macizos y borduras. Imagínelo combinado con plantas de follaje plateado, como la Cineraria maritima (Jacobaea maritima), o junto a flores de color blanco para crear un esquema de color fresco y luminoso.

Su formato mini lo hace especialmente adecuado para el cultivo en macetas y jardineras en patios y terrazas, donde se puede apreciar de cerca la singularidad de sus flores.

En el interiorismo, se convierte en una pieza clave. Un pequeño grupo en una jardinera de diseño puede servir como centro de mesa vivo o como un toque de color en proyectos de biophilic design, donde se busca una conexión refinada con la naturaleza.

Su capacidad para florecer durante el otoño, el invierno y principios de la primavera garantiza un espectáculo prolongado. Pasados los calores estivales, durante los cuales la planta entra en reposo, su tubérculo volverá a brotar, renovando el ciclo.

Recomendaciones de Cultivo del Cyclamen Dragon de flores azules.

Detrás de este logro cromático se encuentra el trabajo de mejora genética de la empresa Schoneveld Breeding. Aunque su color es extraordinario, sus necesidades son las que ya conocemos del Cyclamen persicum, perteneciente a la familia de las Primuláceas.

Requiere un emplazamiento fresco, con abundante luz indirecta, y un sustrato muy poroso que garantice un drenaje perfecto para proteger su tubérculo. El riego debe ser moderado y cuidadoso, preferiblemente por la parte inferior del tiesto o directamente sobre la tierra, evitando mojar el follaje y, sobre todo, el centro de la planta. Para un conocimiento más detallado de sus cuidados, recomendamos consultar nuestro artículo de referencia sobre el Cyclamen persicum.

Flores de Cyclamen de color azul

Cultivo profesional del Cyclamen Dragon.

La aparición del Cyclamen Dragon F1 es una noticia de gran calado para toda la cadena de valor del sector ornamental. Para el viverista, representa una oportunidad de diversificar su oferta con un producto de alto impacto. La serie, que comercializa la empresa de planteles de Cyclamen híbrido Vivergal para los productores de España y Portugal, presenta un ciclo de cultivo eficiente. En vivero, el clico de cultivo es de 23 y 27 semanas. Su formato mini, ideal para macetas de 9 a 10,5 cm, y su crecimiento compacto permiten una alta densidad de plantación, de 24 a 34 plantas por metro cuadrado, optimizando la superficie de producción.

Para el canal de distribución, como centros de jardinería, floristerías y grandes superficies, el atractivo es innegable. Ser el primer ciclamen de flores azules del mercado garantiza un poder de atracción visual inmediato en el punto de venta.

Destaca de forma natural sobre los colores convencionales, estimulando la compra por impulso y posicionando al establecimiento como un referente en novedades. Además, su excelente vida útil postventa asegura la satisfacción del consumidor, que adquiere una planta no solo bella y única, sino también resistente y de fácil mantenimiento.

La Cineraria maritima, un toque de plata en el jardín

En el arte del paisajismo, a menudo buscamos plantas que aporten no solo color, sino también textura y luz. Existen ciertos ejemplares que actúan, especialmente, capaces de unificar composiciones, aportar contraste y serenidad.

La Cineraria maritima, o más correctamente, Jacobaea maritima, es sin duda una de estas joyas botánicas. Más que una simple planta, es un recurso de diseño que aporta un toque de color plata que ilumina los rincones más soleados, a la vez que define el carácter de un jardín.

Originaria de la cuenca mediterránea, su sola presencia evoca paisajes costeros bañados por el sol. Su elegancia no reside en una floración exuberante, sino en la sutileza de su follaje, que parece capturar y reflejar la luz del día, creando un espectáculo visual que evoluciona desde el amanecer hasta el crepúsculo.

Estamos ante una planta que dialoga con su entorno, realzando la intensidad de los colores vecinos y aportando calma a cualquier escena.

La textura aterciopelada de la Jacobaea marítima.

El principal valor ornamental de la Jacobaea marítima reside en sus hojas. Profundamente lobuladas y recortadas, su estructura ya es de por sí atractiva, pero es su color y textura lo que la hace excepcional.

Están cubiertas por un fino tomento, una densa capa de pelos blancos, que les confiere un aspecto aterciopelado y un inconfundible color blanco plateado. Esta adaptación le sirve para protegerse del sol intenso y reducir la pérdida de agua.

Durante el verano, la planta produce pequeñas inflorescencias en forma de margarita de un brillante color amarillo. Este contraste entre el plateado del follaje y el amarillo intenso de sus flores es un encanto visual, una combinación cromática clásica y de éxito garantizado en cualquier jardín. Sin embargo, muchos diseñadores optan por podar los tallos florales antes de que se abran para potenciar la energía de la planta en su masa foliar, manteniendo así un aspecto más compacto y uniforme.

La Cineraria marítima en el jardín.

Tener una Jacobaea marítima en el jardín es una experiencia sensorial. Su color plateado tiene un efecto calmante, casi hipnótico. Actúa como un elemento enfriador en composiciones de colores cálidos y aporta luminosidad a los rincones más sobrios. Invita a la contemplación y, gracias a su textura, casi al tacto.

Es, además, una compañera de otras plantas excepcional. Su tono neutro y brillante la convierte en el aliado perfecto para una infinidad de plantas. Imagine la intensidad de sus hojas plateadas junto al morado profundo de una salvia o una lavanda, el rojo vibrante de un geranio, o el verde oscuro y formal de un boj. En cada caso, la cineraria no compite, sino que realza, creando armonías visuales de gran impacto y sofisticación.

La versatilidad de la Jacobaea marítima en el diseño de paisajes.

La adaptabilidad de esta planta es uno de sus grandes fuertes, lo que la hace valiosa tanto para el jardinero aficionado como para el paisajista profesional.

En jardines privados, es perfecta para crear borduras que delimiten parterres o senderos, brillando con luz propia al atardecer. Funciona maravillosamente en rocallas, gracias a su tolerancia a la sequía, o en macetas y jardineras, en patios y terrazas, combinada con otras especies mediterráneas.

A gran escala, en parques y jardines públicos, su capacidad para formar masas uniformes y de bajo mantenimiento es muy apreciada. Se utiliza para crear grandes áreas plateadas que sirven de fondo a plantaciones más estructuradas o para trazar líneas de diseño en jardines de corte minimalista.

Su alta tolerancia a la salinidad la convierte, además, en una elección prioritaria para proyectos de jardinería en zonas costeras.

Flores de Cineraria maritima

Los cuidados de la Cineraria marítima.

Sobre el cultivo de la Cineraria maritima, saber que es una planta resistente y poco exigente, pero su éxito a largo plazo depende de un establecimiento correcto. Más que preocuparnos por curar problemas, debemos enfocarnos en la prevención desde la plantación.

El factor más crítico para su desarrollo es, sin duda, la ubicación y el suelo. Es una planta que anhela el sol. Una exposición a pleno sol intensificará el color plateado de sus hojas y promoverá un crecimiento compacto y saludable. Aunque puede tolerar una sombra ligera, su porte podría volverse más laxo y perder parte de su encanto.

El drenaje no es negociable. Su origen mediterráneo nos indica que detesta el encharcamiento. Un sustrato pesado y húmedo es la principal causa de problemas radiculares. Por ello, debemos asegurarle un suelo ligero, preferiblemente arenoso o con buen aporte de grava, que evacúe el exceso de agua con rapidez.

En cuanto al riego, la filosofía es «menos es más». Una vez establecida, demuestra una notable tolerancia a la sequía. Bastará con riegos esporádicos durante los periodos más secos del verano.

Consejos a la hora de comprar una Jacobaea marítima.

A la hora de comprar una Cineraria maritima, para el profesional o el aficionado que busca la excelencia, hay algunos detalles a considerar.

Al seleccionar un ejemplar en un centro de jardinería, es preferible elegir aquellos que presenten un porte compacto y denso desde la base, con un color plateado uniforme.

Conviene evitar las plantas que muestren una base leñosa y despoblada o que tengan hojas inferiores amarillentas, un posible indicio de exceso de riego en el vivero.

Su producción es relativamente sencilla, ya que se propaga con gran facilidad a través de esquejes semileñosos a finales de verano.

Para mantener un aspecto rejuvenecido y compacto, es muy recomendable realizar una poda ligera a principios de la primavera, eliminando el crecimiento del año anterior para estimular la brotación de nuevo follaje desde la base.

Como hemos adelantado, la Jacobaea marítima es una planta elegante, que aporta luz, textura y un carácter mediterráneo inconfundible a cualquier espacio del jardín.

El ciclamen Illusia y la singularidad de sus flores

El Cyclamen Illusia y la singularidad de sus flores, invita a realizar una nueva mirada en el jardín de otoño e invierno, para descubrir un concepto que redefine la propia esencia del Cyclamen persicum.

Acostumbrados a su icónica silueta de pétalos replegados, que evocan mariposas en reposo, hemos admirado sus infinitos matices, desde los blancos más puros a los fucsias más intensos, sus bicolores e incluso formas. En este escenario, donde la innovación parecía centrarse en la paleta cromática o la resistencia, aparece una variedad que nos obliga a mirar de nuevo, a redescubrir la planta. Hablamos del Cyclamen Illusia F1, una creación que no es simplemente una flor más, sino un concepto que redefine la propia esencia de esta especie.

Tanto si se disfruta de su compañía en el interior del hogar como si forma parte de un diseño en el jardín, el ciclamen es una elección que denota una especial sensibilidad. Y es precisamente en esa sensibilidad donde Illusia F1 conecta con el observador.

Su principal y más radical innovación reside en la forma y orientación de sus flores. A diferencia de la estructura tradicional, sus grandes flores de pétalos dobles se abren con audacia hacia arriba, en una postura que crea la fascinante sensación de que la planta nos «mira» directamente. Este gesto, tan simple en apariencia, transforma por completo la experiencia de convivir con ella.

El valor ornamental de ciclamen Illusia.

El interés ornamental de Illusia va más allá de su llamativa floración rosa. Su estructura general, compacta y de porte redondeado, le confiere un aspecto escultórico.

Las hojas, de un verde intenso y con el característico dibujo plateado en forma de corazón, proporcionan el telón de fondo perfecto y familiar. Sobre este lienzo, las flores se elevan con una fuerza inusitada gracias a unos pedúnculos robustos, capaces de sostener su peso y su orientación vertical.

La experiencia sensorial que transmite este Cyclamen persicum es de una delicadeza sorprendente. No es la timidez del ciclamen convencional; es una declaración de presencia. Al observarla, se percibe una conversación visual, un intercambio directo que la convierte en un punto focal magnético en cualquier composición, ya sea en un salón luminoso o en un patio resguardado del frío intenso.

Esta interacción la dota de un valor emocional que trasciende lo puramente estético, convirtiéndola en una pieza de arte viva que invita a la contemplación diaria.

La versatilidad del ciclamen Illusia en el diseño de espacios.

Su particular morfología abre un nuevo abanico de posibilidades para paisajistas y aficionados al diseño de jardines.

En el jardín, el ciclamen Illusia es ideal para crear macizos y borduras que rompen con lo establecido. Un grupo de estas plantas genera un efecto visual de gran impacto, con decenas de flores orientadas al cielo que capturan la luz de una forma completamente nueva.

Se puede emplear para trazar líneas minimalistas en jardines contemporáneos o para aportar un toque de sofisticación en patios y terrazas, cultivado en macetas y jardineras de diseño.

Su ciclo vital, con la floración extendida desde principios de otoño hasta bien entrada la primavera en el hemisferio norte, asegura una presencia prolongada. Durante los meses más cálidos, entrará en su periodo de reposo para volver a brotar con la llegada del frescor, una garantía de continuidad para el diseñador.

Destacar que, con el tiempo, este ciclamen puede llegar a naturalizarse en el jardín, permaneciendo en él durante años.

En el interiorismo, su potencial es igualmente notable. En proyectos de biophilic design o diseño biofílico, donde se busca integrar la naturaleza en los espacios habitables, el ciclamen Illusia se convierte en una herramienta excepcional.

Su uso como planta de interior, colocada en maceteros, en patios de luces, recepciones de oficinas o grandes salones, aporta una sofisticación natural y un punto de interés que no pasa desapercibido.

Flores de Cyclamen Illusia

Cómo es el ciclamen Illusia.

Aunque su apariencia es revolucionaria, el ciclamen Illusia es un híbrido, de ahí la sigla F1 que le acompaña en muchas referencias. Como origen, pertenece a la familia de las Primuláceas y comparte las necesidades básicas del Cyclamen persicum. Su origen genético es fruto del trabajo del obtentor Sadrach Talahatu para la prestigiosa casa Schoneveld Breeding, un esfuerzo centrado no solo en la estética, sino también en la fortaleza de la planta.

Para su correcto desarrollo, como ya sabrán los conocedores de la especie, es fundamental proporcionarle un lugar fresco y muy luminoso, pero sin la incidencia del sol directo, que podría quemar sus hojas y flores.

El sustrato de cultivo debe ser ligero y con un drenaje excelente para evitar encharcamientos en su tubérculo. El riego es, quizás, el punto más delicado: se recomienda hacerlo por inmersión o directamente sobre la tierra, evitando siempre mojar el centro de la planta y las flores.

Para una información más exhaustiva sobre sus requerimientos, siempre es útil repasar las claves generales del cuidado del Cyclamen persicum.

El cultivo profesional del Cyclamen Illusia.

El carácter innovador de Illusia no ha pasado desapercibido en el sector profesional, cosechando galardones de prestigio como el Premio IPM Novedad 2025 en Essen (Alemania) o la distinción como Flor del Año 2023 en Japón. Este reconocimiento valida su valor como una aportación genuina.

Para los viveristas profesionales de España y Portugal, puede adquirir las plántulas a través de la empresa de planteles de Cyclamen híbrido Vivergal. Su ciclo de cultivo es de 25 a 30 semanas desde el trasplante del plantel hasta la planta acabada. Su crecimiento homogéneo y compacto permite optimizar el espacio en el invernadero, con marcos de plantación de 22 a 30 plantas por metro cuadrado para su formato comercial, siendo el más popular en macetas de 13 centímetros.

El comercio del Cyclamen Illusia.

Para el centro de jardinería o la floristería, supone una herramienta de diferenciación clara. Su morfología única asegura que destaque en el lineal de venta, atrayendo tanto al aficionado que busca algo nuevo como al cliente que desea hacer un regalo especial.

Además, su notable longevidad floral, con cada flor manteniéndose en perfecto estado hasta cuatro semanas, garantiza una mayor vida útil en el punto de venta y una satisfacción prolongada para el consumidor final.

El Acer palmatum o arce japonés

Hay plantas que simplemente decoran un espacio y otras que lo transforman por completo, que lo dotan de alma. El Acer palmatum, conocido comúnmente como arce japonés, pertenece sin duda a esta segunda categoría.

No es solo un árbol; es una declaración de intenciones, un icono cultural que ha trascendido los jardines de Oriente para convertirse en un objeto de fascinación global.

Su presencia evoca una sensación de serenidad y elegancia atemporal, capturando la esencia de un paisaje refinado en su delicada estructura. Hablar del arce japonés es hablar de una pieza de arte viva que dialoga con el entorno y con quien lo contempla.

El Acer palmatum en el diseño de un jardín.

El valor de esta planta en el diseño de un jardín va mucho más allá de una simple aportación de color. Su interés es, ante todo, estructural.

El porte del Acer palmatum, a menudo tortuoso y siempre elegante, crea una silueta escultórica que se mantiene interesante incluso en invierno, cuando sus ramas desnudas dibujan una caligrafía precisa contra el cielo.

Pero es el follaje el que protagoniza el gran espectáculo. Sus hojas, finamente recortadas como si fueran de encaje, aportan una textura y una ligereza visual difíciles de igualar.

El despliegue cromático que ofrecen a lo largo del año es su rasgo más celebrado. Desde los brotes primaverales en tonos vibrantes hasta los verdes serenos del verano, su apoteosis llega con el cambio de estación. En el hemisferio norte, el otoño desata un amplio catálogo de amarillos, naranjas, rojos intensos y púrpuras que incendian el jardín.

Para nuestros lectores en el hemisferio sur, este mismo clímax visual tiene lugar entre los meses de marzo y mayo, marcando la llegada del frío con una belleza conmovedora.

Ejemplar de Acer palmatum en el jardín

El arce japonés en el jardín.

Integrar un arce japonés en el jardín es invitar a una experiencia sensorial. Es una planta que pide ser observada de cerca. El sonido del viento al susurrar a través de sus hojas menudas transmite una profunda calma. La luz del sol filtrándose entre su ramaje crea un juego de luces y sombras que dinamiza el espacio.

Es, en esencia, un árbol que invita a la pausa, a la contemplación. Colocar un banco cerca de un Acer palmatum no es un mero acto de decoración, sino una invitación a crear un rincón para la reflexión, un refugio para la mirada y el pensamiento donde el tiempo parece discurrir a otro ritmo. La convivencia con este árbol nos enseña a apreciar los cambios sutiles y la belleza efímera de cada estación.

El arce japonés y su versatilidad en el jardín.

En el diseño de jardines con Acer palmatum, este árbol es arquitectura y poesía en el jardín. Su versatilidad lo convierte en un recurso tanto para el paisajista profesional como para el aficionado que diseña su propio espacio. Como ejemplar solitario, su presencia escultural lo erige en punto focal indiscutible de un jardín.

En macizos, se combina con helechos, hostas o azaleas para crear composiciones de inspiración naturalista. Es la pieza clave en cualquier jardín de estilo asiático, pero su elegancia se adapta con sorprendente facilidad a diseños minimalistas y contemporáneos, aportando un contrapunto orgánico a las líneas rectas.

Además, muchas de sus variedades de menor tamaño prosperan admirablemente en macetas y jardineras, permitiendo disfrutar de su belleza en patios, balcones y terrazas urbanas.

Planta de Acer palmatum

Cómo es el Acer palmatum.

Para comprender su naturaleza, es útil conocer su origen. El Acer palmatum es nativo de los bosques de Japón, Corea y el este de China, donde crece como un árbol de sotobosque, protegido por el dosel de árboles más grandes. Pertenece a la familia de las Sapindáceas (Sapindaceae).

Su nombre, palmatum, hace referencia a la forma de sus hojas, que se dividen en 5, 7 o 9 lóbulos puntiagudos, recordando la palma de una mano abierta. Su crecimiento es generalmente lento, lo que permite un buen control de su desarrollo y lo hace idóneo para jardines de dimensiones contenidas.

Los cuidados del arce japonés.

El éxito en el cultivo del arce japonés reside en una correcta plantación, en sentar las bases para una larga y saludable convivencia. La prevención es la mejor herramienta.

Lo primero es la elección del lugar. Al ser una especie de sotobosque, aprecia la luz del sol de la mañana, pero necesita protección del sol intenso de la tarde, especialmente en climas cálidos, que puede quemar sus delicadas hojas. Igualmente, importante es resguardarlo de vientos fuertes y secantes, que provocan deshidratación y daños en el follaje.

El segundo pilar es el sustrato. El Acer palmatum requiere un suelo que drene a la perfección, ya que no tolera el encharcamiento en sus raíces. A su vez, debe ser rico en materia orgánica y, fundamentalmente, tener un pH de neutro a ligeramente ácido. Un suelo alcalino dificultará la absorción de nutrientes esenciales como el hierro, provocando clorosis (amarillamiento de las hojas). Un buen aporte de compost o mantillo de hojas al plantarlo ayudará a conseguir esa estructura y acidez ideales.

El riego, por su parte, debe mantener una humedad constante en el sustrato, pero siempre evitando los excesos que podrían asfixiar las raíces.

Variedades del Acer palmatum.

La diversidad dentro de la especie del Acer palmatum es asombrosa, desde la intensidad púrpura del popular Acer palmatum Atropurpureum hasta la delicadeza casi etérea de las hojas filigranadas de un Acer palmatum var. dissectum, ideal para caer en cascada sobre un estanque o un murete.

Y siguiendo con ejemplos, variedades como el Acer palmatum Sango kaku sorprenden con sus ramas de color rojo coral en invierno, aportando un interés ornamental único.

Al elegir un ejemplar en un vivero, es recomendable observar la salud general de la planta, buscar una estructura de ramas equilibrada y, si es injertado, revisar que el punto de injerto esté limpio y bien cicatrizado.

Su elegancia contenida también está siendo explorada en proyectos de biofilia y diseño de interiores de alto nivel, ubicando ejemplares cuidadosamente seleccionados en grandes macetones dentro de patios de luces o vestíbulos luminosos, donde se convierten en el centro de todas las miradas.

Acer palmatum Atropurpureum, el color en el jardín

Dentro del catálogo de los arces japoneses, existen variedades que han alcanzado un estatus icónico, convirtiéndose en verdaderos embajadores de su especie.

En este sentido, el Acer palmatum Atropurpureum es, sin duda, el más reconocido de todos. Es la puerta de entrada para muchos aficionados a estos árboles y una elección recurrente para paisajistas que buscan añadir un punto de sofisticación y dramatismo a sus creaciones.

Su nombre lo anuncia y su presencia lo confirma: su esencia es el color, un púrpura profundo y cambiante que lo convierte en el protagonista indiscutible de cualquier espacio donde habita.

Los colores del Acer palmatum Atropurpureum Atropurpureum a lo largo del año.

La principal cualidad ornamental del Atropurpureum es su extraordinaria paleta cromática, que evoluciona a lo largo de las estaciones. No es un color estático; es una narrativa visual.

En primavera, sus nuevas hojas brotan con una tonalidad rojo rubí, casi traslúcida, que se ilumina de forma espectacular cuando el sol de la mañana las atraviesa.

A medida que avanza la temporada y llega el verano, este rojo se asienta en un borgoña o púrpura profundo y sereno, un color que aporta una sensación de calma y profundidad al jardín. Este follaje oscuro crea un contraste visual magnífico con el verde de otras plantas, haciendo que ambos colores se intensifiquen mutuamente.

Pero es durante el otoño, en el hemisferio norte, cuando ofrece su último y más vibrante acto. Las hojas, antes de caer, se transforman en un escarlata brillante, un estallido de fuego que captura toda la luz del entorno.

Contemplar un arce japonés Atropurpureum en esta época es una experiencia sensorial en sí misma. Es una planta que juega con la luz como pocas: en la sombra, su color es un ancla visual misteriosa y elegante; a contraluz, sus hojas parecen joyas de cristal teñido.

Acer palmatum Atropurpureum en jardín

El arce japonés Atropurpureum en el diseño de un jardín.

Integrar un Atropurpureum en el jardín es trabajar directamente con la teoría del color. Su tonalidad púrpura lo convierte en un punto focal natural, capaz de romper la posible monotonía de un paisaje predominantemente verde.

Funciona a la perfección como ejemplar solitario, donde su estructura y color pueden apreciarse sin distracciones. Sin embargo, su potencial en combinaciones es enorme. Imagínelo junto a plantas de follaje grisáceo, como la Stachys byzantina, o con gramíneas de tonos dorados como la Hakonechloa macra Aureola; el resultado es un diálogo de colores y texturas de un refinamiento exquisito.

En diseños de jardines modernos, su color puro y definido aporta ese toque audaz y minimalista tan buscado.

Los cuidados del arce japonés Atropurpureum en el jardín.

Aunque comparte las necesidades básicas de su especie, el Acer palmatum Atropurpureum Atropurpureum tiene pequeñas particularidades que conviene conocer para disfrutar de todo su esplendor.

La intensidad de su color púrpura está directamente relacionada con la cantidad de luz que recibe. Si bien necesita protección contra el sol más fuerte del mediodía para evitar que sus hojas se quemen, una sombra excesiva puede hacer que su follaje adquiera matices verdosos, perdiendo parte de su carácter. Encontrar ese equilibrio de luz y sombra es la clave.

Su follaje, además, es especialmente sensible al viento desecante, por lo que una ubicación resguardada es fundamental para mantenerlo en perfecto estado.

Como vemos, el Acer palmatum Atropurpureum Atropurpureum es mucho más que un arce japonés de color rojo. Es un pequeño árbol de diseño vivo, una fuente de color dinámico y una planta que apela directamente a los sentidos. Aporta profundidad, contraste y un toque de dramatismo contenido, demostrando que la elegancia en el jardín, a veces, se viste de un intenso y memorable color púrpura.

Agapanthus africanus, el Lirio del Nilo

El Agapanthus africanus, también conocido como el lirio del Nilo o la flor del amor, es una atractiva planta de flor que cada año es más común encontrarla en nuestros jardines europeos, sobre todo en aquellos de climas cálidos e incluso como flor cortada en el arte floral.

Es muy apta para ser cultivada en contenedores y por ello fácil de encontrar para su uso en jardinería. Normalmente se utiliza como planta cubresuelos, plantándose tanto a pleno sol como a media sombra, sobre todo en zonas muy calurosas.

La flor del amor o lirio del Nilo.

En España se le conoce popularmente como agapanto, la flor del amor, lirio africano o lirio del Nilo. Su nombre científico es Agapanthus africanus, pertenece a la familia Liliaceae y es originaria de Sudáfrica, en concreto de la Provincia de El Cabo, si bien, gracias a su popularidad ornamental la podemos encontrar actualmente por todos los continentes.

La flor del amor es una planta herbácea, perenne y algo rizomatosa de raíces fasciculadas muy carnosas. Como planta, tras ver a primera vista sus gruesas raíces nos puede llevar a pensar que se trata de una planta bulbosa cuando en realidad no lo es: es una planta herbácea.

Sus hojas nacen de un corto tallo, son lineares de color verde con una longitud de treinta e incluso cincuenta centímetros si no tienen suficiente luz. En su conjunto crea matas que pueden superar el metro de altura.

Flores blancas de Agapanthus africanus

Su floración es en inflorescencia, concretamente son flores en umbela. Este estipe floral posee una longitud algo superior al medio metro, coronado por una umbela de múltiples flores (de 20 a 30 unidades) con pétalos de colores azules o blancos según la variedad. Cada una de esas flores es hermafrodita y actinomorfa, con un diámetro de 2 a 5 centímetros.

Esta floración se produce en España desde mediados de primavera hasta bien entrado el otoño. Su período floral se reduce según sea más fría la zona. Si bien su floración puede ser al segundo o tercer año de su plantación, luego florece cada año y cada inflorescencia supera el mes de vida fácilmente. Tras fecundarse sus flores, se crea el fruto en forma de cápsula.

Resistencias naturales del agapanto a plagas y enfermedades.

El lirio del Nilo posee unas resistencias naturales a plagas y enfermedades, porque es capaz de producir saponinas. Pero ¿qué son exactamente las saponinas? Son compuestos con propiedades similares a las de un detergente que pueden mostrar una fuerte actividad antifúngica y a la vez, tener efecto antialimentario o tóxico para muchos insectos.

El Agapanto es rico en saponinas esteroidales y es principal estrategia de defensa química natural. Estas saponinas tienen un modo de acción con propiedades similares a las de un detergente que pueden mostrar una fuerte actividad antifúngica. Esta es una de las razones por las que el Agapanthus africanus es tan resistente a los hongos del suelo y otras enfermedades fúngicas. Las saponinas pueden alterar o romper las membranas celulares de los hongos, inhibiendo su crecimiento.

Como avanzamos, también poseen un efecto antialimentario o tóxico: Para muchos insectos y otros herbívoros, el sabor de las saponinas es un potente disuasorio. En concentraciones más altas, pueden ser tóxicas si se ingieren, afectando a la permeabilidad de las membranas celulares del intestino del animal.

Por lo tanto, el Agapanthus africanus posee un arsenal químico muy eficaz que le confiere una gran rusticidad y su defensa se basa en las propiedades fungicidas y disuasorias de las saponinas.

Flores de Agapanthus africanus,

Volviendo a las flores de Agapanthus africanus son como avanzamos de diversos colores en función de la variedad. Destacar que últimamente están apareciendo nuevas variedades con tonalidades diferentes. Por ejemplo, la variedad ‘Albus’ es de flores amarillas, la ‘Shapphire’ de color azul oscuro, la ‘Aureus’ las produce doradas, etc. como también está el Agapanthus africanus ‘Variegatus’ de hojas blancas con bandas en tono verdoso.

Por todo ello, las flores de Agapanthus africanus tiene una gran aceptación en el mercado de la flor cortada para realizar arreglos florales, la belleza de su globosa inflorescencia, su tamaño, longitud de tallo y duración en jarrón son las claves de su éxito.

Para flor cortada se cultiva en viveros especializados que comercializan sus varas acabadas en atractivas inflorescencias. Estas flores de Agapanthus africanus son muy valoradas en el arte floral porque aportan un gran toque de elegancia al conjunto floral.

Las flores de Agapanthus africanus se pueden encontrar en las floristerías durante todo el año, aunque su época de floración en el hemisferio norte es desde mayo a septiembre.

Para aumentar la duración de esta flor en el jarrón, debemos recortar la base de su tallo floral entre uno y dos centímetros. El corte es preferible que sea en oblicuo para aumentar el área en contacto con el agua. En cuanto al cambio de agua, cada dos o tres días será suficiente… y si se le puede incorporar un conservante de flor mucho mejor.

Si se adquiere un arreglo floral con estas junto a otras distintas flores, es probable que mientras muchas de ellas terminan su ciclo como flores frescas, las del Agapanthus africanus sigan estando bien. Entonces podemos seleccionarlas, seguir cortando unos centímetros la base del tallo floral y colocándolas en recipientes altos con agua, que si pueden contener un conservante de flor mucho mejor, para aprovechar la esbeltez ornamental del conjunto.

Flores azules de Agapanthus africanus

El Agapanthus africanus el jardín.

Para la plantación del Agapanthus africanus en jardinería, se pueden encontrar en floristerías, centros de jardinería y demás tiendas especializadas, cultivadas en macetas de 14 a 22 centímetros de diámetro como formatos más populares.

En jardinería es una planta ideal para jardines privados, al igual que para parques urbanos y rotondas dada su rusticidad y bajo mantenimiento.

Su ubicación en el jardín debe de ser a pleno sol, aunque un poco de sombra tampoco le disgusta. A pleno sol sus hojas crecen de forma más compacta. Se aconseja plantarlo en grupos para crear vistosos macizos florales. También actúa como planta cubre suelo y si pensamos que esta sea su función deberemos aumentar su densidad de plantación.

Es muy rústica, por lo que no es muy exigente en suelos, aunque con terrenos fértiles y bien drenados crecerá de forma rápida. Requiere riegos periódicos en verano y un distanciamiento entre ellos durante el periodo invernal.

Su floración es muy larga, pudiendo permanecer en la planta hasta casi los dos meses. Aunque florece desde mayo a septiembre, su mejor época de floración es a partir de la segunda quincena de agosto.

Aunque soporta temperaturas de hasta -15ºC, pierde sus hojas a -8ºC. En tal caso, estas vuelven a salir durante la primavera siguiente.

También es bastante resistente a la sequía, la polución, el ambiente marino y las plagas, excepto caracoles, los nematodos en sus raíces y los topos.

Cultivo del agapanto.

Aunque el Agapanthus africanus o flor del amor se reproduce por semilla, lo más rápido es hacerlo por división de mata. Para ello separaremos dichas matas a finales de invierno o verano (en el hemisferio norte) y las plantaremos rápidamente en el jardín, procurando que no les falte humedad hasta su perfecto enraizamiento. Esta operación de división de mata conviene hacerlo cada tres o cuatro años.

Por lo tanto, su reproducción por semilla, queda relegado a aquellos que mediante hibridaciones, desean obtener nuevas variedades.

La Flor del amor es muy apta para ser cultivada en contenedores y por ello fácil de encontrar para su uso en jardinería. Si tenemos una plantación de ellas en el jardín, podemos aprovechar su arranque para multiplicarlos por división de matas y plantar algunas en contenedor.

Para ello utilizaremos un sustrato de plantación o sustrato universal, separaremos parte de sus rizomas que enterraremos ligeramente, le proporcionaremos un riego y mantendremos el sustrato húmedo hasta su arraigue. Cuando esté la planta brotada y con vigor o bien la mantenemos en cultivo en ella o la trasplantamos a otra parte del jardín.

El abonado del Agapanthus africanus tiene que ser el tipo ‘fertilizante para plantas de flor’ que se puede añadir en el agua de riego o aplicado sobre el sustrato según las características del fabricado.

Los cuidados del lirio del Nilo.

Como ya hemos adelantado, los cuidados del Agapanthus africanus son realmente sencillos porque se trata de una planta muy rústica. Estos se pueden resumir en:

  • Ubicación: A pleno sol, aunque un poco de sombra tampoco le disgusta.
  • Suelos: Prefiere los terrenos fértiles y bien drenados.
  • Riegos: Periódicos en verano y un distanciamiento en periodo invernal.
  • Clima: Soporta temperaturas de hasta -15ºC aunque pierde sus hojas a -8ºC.
  • Resistente a: Sequía, la polución y el ambiente marino.

Saintpaulia ionantha, la violeta africana

Delicada, frágil, tierna… son adjetivos que podemos asociar a la Saintpaulia ionantha (la violeta africana) cuando la observamos o tocamos. Sin embargo, es una atractiva planta de flor que en Europa mantiene un destacado puesto en ventas como planta de interior.

La podemos encontrar en floristerías, centros de jardinería, centros comerciales especializados y demás puntos de venta de flores y plantas durante todo el año. Su presentación es en macetas de pequeño tamaño que oscilan entre los 10 y 14 centímetros de diámetro.

La violeta africana.

La violeta africana es su nombre más popular y el científico Saintpaulia ionantha, pertenece a la familia de las Gesneriaceae y es originaria de Tanzania (África). Esta planta ha sido mejorada genéticamente hasta conseguir un amplio catálogo varietal, lo que ha permitido obtener colores para todos los gustos y disfrutar de ella como una pequeña planta de interior de flor.

Es una planta herbácea de hoja perenne, de crecimiento bajo y muy compacto hasta el extremo de que prácticamente carece de tallo. Es pubescente y sus hojas crecen formando una roseta de cuyo centro salen las vistosas flores.

Sus hojas son por lo general oblongo-ovadas o casi circulares, de aspecto carnoso con un tamaño entre 5 y 8 centímetros de largo. Según la variedad son de color verde más o menos oscuro en el haz recubierta con un cierto vello y de color purpúreo o rojizo por el envés de tacto liso.

Flores rosa de Saintpaulia ionantha

Sus tallos florales alcanzan poco más de 5 centímetros de longitud y están recubiertos con vello. Al final de ellos se desarrollan sus inflorescencias que agrupan entre 7 y 12 flores de unos 3 centímetros de diámetro. En cuanto a su color de sus flores los hay puros y combinados, abarcando una amplísima variedad de colores y tonalidades. De la misma forma las hay desde simples hasta diferentes niveles de densidad de pétalos (flores sencillas, semidobles o dobles). Del interior de sus flores emergen estambres fértiles con aparentes cápsulas amarillas repletas de polen. Estas flores, como ornamentales, no suelen fecundarse y de hacerlo se genera un pequeño fruto en forma de cápsula cilíndrica.

Sus hojas son muy delicadas por lo que la planta suele comercializarse con la protección de un envase, normalmente una especie de bolsa de papel que recoge todo su follaje. Una vez en casa, debemos sacarla de él y situarla en un lugar con suficiente luz sin que a esta le dé directamente el sol. Es una pequeña planta de flor ideal para dar un toque de naturaleza y color dentro del hogar. Bien cuidada, la Violeta africana (Saintpaulia ionantha) puede vivir varios años.

Los cuidados de la Saintpaulia ionantha.

De aspecto delicado, debemos mantener unos determinados cuidados con la Saintpaulia ionantha para que esta bella planta ornamental de interior nos dure lo máximo posible.

Como cuidados especiales de la Saintpaulia ionantha, lo primero es sacarla de su envase, normalmente es una bolsa en forma de cono aunque también puede ser de cartón. En todos los casos, es preferible cortar el envase para evitar que se puedan romper sus frágiles hojas.

La ubicación será en una zona iluminada (repisa de la ventana) en el interior del hogar, evitando que le dé la luz directa del sol para que no se produzcan quemaduras en sus hojas.

Si utilizamos un cubremacetas decorativo, tengamos cuidado que no retenga el agua sobrante tras el riego, para evitar el encharcamiento del sustrato y la pudrición de sus raíces.

El riego se realizará de forma frecuente y en pocas cantidades, regando cuando observemos que el sustrato comienza a quedarse seco. El exceso de humedad en el sustrato no le va muy bien. Y siempre regando directamente sobre la maceta, evitando que se quede el agua entre sus flores u hojas.

El abonado debe de ser siempre más rico en potasa que en nitrógeno, para mantenerlas fuertes e inducir a su floración. Un equilibrio 1 – 0,5 – 1,5 es muy recomendable. Y en cuanto a las dosis, las más bajas recomendadas por el fabricante cada dos o tres riegos.

Eliminemos las flores marchitas estirando con cuidado del pedúnculo para arrancarlo desde su base. Si dejamos el pedúnculo a mitad, puede pudrirse y afectar al resto de la planta.

No suele tener plagas y en cuanto a enfermedades, el Oídio (Uncinula necator) y la Botrytis cinerea pueden ser las más comunes. Con pulverizaciones con el fungicida adecuado se controlará el problema, aunque el mejor tratamiento es el abonado correcto y evitar mojar la planta por encima.

Y en cuanto al trasplante a una maceta mayor, puede hacerse cada año, sobre el comienzo de primavera en el hemisferio norte y con un sustrato especial para plantas de interior.

Plantas de Saintpaulia ionantha

El cultivo de la Saintpaulia ionantha.

El cultivo de la Saintpaulia ionantha o violeta africana es relativamente sencillo aunque siempre queda relegado a los viveros profesionales. Por ello, de entrada podemos hablar del cultivo de la Saintpaulia ionantha a nivel profesional.

Su multiplicación comercial se realiza por esquejes de hoja, aunque también se pueden propagar por semillas, siendo este método empleado en la obtención de nuevas variedades. De hecho, tras continuas hibridaciones se han conseguido en el tiempo una gran cantidad de variedades y formas, algunas enanas o colgantes, con flores sencillas, semidobles o dobles, a veces con los pétalos de varios colores e incluso con diversas formas de hoja.

Para iniciar su multiplicación por medio de esqueje, lo primero es seleccionar las llamadas plantas madres de Saintpaulia ionantha: plantas seleccionadas por su calidad, vigor, sanidad, etc. De ellas se cortan con navaja sus hojas como esquejes, dejándolas enteras con tan solo unos dos centímetros de peciolo. Paralelamente, se llenan unas bandejas con sustrato muy turboso y húmedo, sobre el que se clavan estas hojas, dejándolas unos milímetros elevados sobre este sustrato.

El sustrato utilizado debe de ser poroso, bien drenado, aunque como avanzamos siempre húmedo. El pH ligeramente ácido (5,5 a 6,5) y durante la fase de enraizado con una temperatura alrededor de los 22 ºC.

Una vez enraizadas las hojas con una humedad ambiente entre el 60 y 80 %, vemos como emiten desde la base de los pecíolos una serie de brotes, siendo cada uno una nueva planta. Por lo tanto, se arrancan, se separan y se planta cada brote de forma individualizada para que de cada uno de ellos se consiga una nueva planta. El sustrato puede ser el mismo pero algo más enriquecido con un abonado de fondo.

Durante el cultivo la humedad relativa puede ser algo más baja (entre 50 y el 70 %), ya que si es muy alta favorece la floración. La temperatura óptima de cultivo se sitúa entre los 20 a 25º C. Por debajo de 10 °C la planta puede morir. Y en cuanto a la luminosidad debe de estar entre los 8.000 y 10.000 lux, perjudicándole el exceso de luz, la cual le produce un exceso de vellosidad en sus hojas y un abarquillamiento de las mismas.

El abonado puede ser con un tipo 18–12–24 más microelementos, abonando al 0,15 % una o dos veces cada 15 días.

La iluminación durante todo su cultivo debe de ser muy tenue. Como orientación podemos poner la mano sobre la planta separada unos 10 centímetros. Si la sombra que produce la mano es prácticamente inapreciable… la iluminación será la correcta.

Sabiendo estos datos, a nivel de aficionado podemos animarnos a reproducirla y cultivarla en un mini invernadero. ¡Suerte!

El Acer campestris como bonsái

El Acer campestris, conocido comúnmente como Arce campestre o Arce menor, es una especie muy valorada en el milenario arte del bonsái. Su adaptabilidad, su crecimiento vigoroso y la belleza intrínseca de sus hojas, que cambian a espectaculares tonos ámbares en otoño, lo convierten en una elección predilecta para aquellos que buscan dar forma a la naturaleza en miniatura.

Por cierto, el Acer campestre también se le llama Acer campestris. En el primer caso es su nombre común en español, mientras que segundo es su nombre científico.

¿Por qué el Acer campestris es idóneo para bonsái?

La elección del Arce campestre para bonsái no es casual. Diversas características lo hacen particularmente adecuado, como por ejemplo sus hojas pequeñas y lobuladas. Su tamaño de hoja, naturalmente pequeño, se reduce aún más con las técnicas de bonsái, logrando una proporción visualmente armoniosa con el tamaño del árbol.

Su capacidad de ramificación fina y densa, es otra de sus virtudes. Este tiende a producir una ramificación abundante y fina, lo que facilita la creación de copas densas y detalladas, características esenciales en el bonsái.

Destaca su capacidad de brotacción con fuerza incluso de madera vieja, lo que permite podas severas y una recuperación rápida, ideal para modelar la forma deseada.

También su tolerancia a una amplia gama de condiciones y robustez ante el estrés de las técnicas de bonsái, lo que lo hace adecuado incluso para principiantes.

Desde la variante de la estética ornamental, con el tiempo, su corteza adquiere una textura interesante que añade carácter y antigüedad al bonsái. Además, la transformación de sus hojas en tonos dorados y ámbar es un espectáculo visual que incrementa su valor ornamental, brindando interés estacional.

Cómo transformar un Acer campestris en maceta en un bonsái paso a paso.

Convertir un ejemplar joven de Acer campestris de vivero en un bonsái es un proceso gratificante que requiere paciencia y conocimiento de las técnicas básicas. Aquí te presentamos los pasos fundamentales:

Lo primero es la correcta selección del material. Elige una planta joven y sana de Acer campestre en tu vivero. Busca un ejemplar con un buen «nebari» (base de raíces radiales bien distribuidas) y un tronco con algún movimiento o conicidad natural, lo que te facilitará el diseño futuro. Esto no es fácil, ya que los viveros suelen cultivar esta planta como arbolado, por lo que no es fácil encontrar planta de tallo corto.

Seguidamente, se procede a la primera poda de formación, siendo la fecha ideal durante el invierno o principios de primavera. Aprovecha para eliminar las ramas muertas, cruzadas o aquellas que no se ajusten a la visión de tu diseño. Reduce la altura del tronco si es necesario para establecer la proporción deseada.

Durante el primer trasplante, también durante el invierno o principios de primavera, retira con cuidado la planta de su maceta de vivero. Desenreda suavemente las raíces y poda aproximadamente un tercio de ellas, prestando especial atención a las raíces gruesas que crecen hacia abajo o cruzan, favoreciendo el desarrollo de raíces finas y radiales. Trasplanta a una maceta de transición o a una maceta de bonsái provisional con un sustrato específico para bonsái, bien drenado y aireado, generalmente una mezcla de akadama, kiryuzuna y/o pomice.

Una vez que la planta se ha recuperado del trasplante y ha comenzado a brotar, durante la primavera y el verano, puedes iniciar el alambrado. Utiliza alambre de aluminio anodizado o cobre recocido del grosor adecuado para guiar las ramas a la posición deseada. Enrolla el alambre firmemente, pero sin dañar la corteza. Revisa el alambre regularmente, cada 2 o 3 meses, para evitar que se clave en la corteza a medida que la rama engrosa.

Presta atención a la poda de mantenimiento y pinzado, que se debe realizar durante la primavera y el verano. Durante esta temporada de crecimiento, realiza pinzados regulares para promover la ramificación fina y controlar el crecimiento. Cuando un brote nuevo tenga 2 a 3 pares de hojas, pínzalo dejando solo 1 o 2 pares. Esto ayuda a crear una copa densa y compacta, con hojas de menor tamaño.

Recuerda que la creación de un bonsái es un proceso a largo plazo. Deja que el árbol crezca y se fortalezca durante las estaciones de crecimiento, realizando podas y alambrados de mantenimiento según sea necesario. Con los años, el tronco engrosará y la ramificación se densificará, acercándose a la forma final deseada.

Cuidados del Acer campestre como bonsái.

Una vez que tu Acer campestris ha sido modelado como bonsái, requiere cuidados específicos para vegetar y mantener su forma. Como cuidados, colócalo en un lugar con exposición solar directa durante la mañana y semisombra por la tarde, especialmente en las horas de mayor insolación en verano. Este Acer es resistente al frío, pero en invierno, en zonas con heladas fuertes, es aconsejable proteger las raíces en un invernadero frío o una zona resguardada.

Es fundamental regarlo abundantemente cuando la capa superior del sustrato de cultivo esté seca al tacto. Evita tanto el encharcamiento como la sequedad extrema. En verano, podría necesitar riego diario o incluso dos veces al día.

En cuanto a sustrato, utiliza una mezcla de bonsái que garantice un excelente drenaje y aireación. Las mezclas a base de akadama, kiryuzuna y/o pomice son ideales para el Acer campestris.

Abona regularmente durante la temporada de crecimiento (primavera a otoño), utilizando un fertilizante equilibrado para bonsáis. Reduce la frecuencia y la dosis en los meses más calurosos del verano y suspéndelo en invierno.

Continúa con la poda de mantenimiento para refinar la forma y controlar el tamaño. La poda de formación de ramas se realiza en invierno, mientras que el pinzado de nuevos brotes es una tarea constante durante la primavera y el verano.

Trasplanta tu bonsái cada 2-3 años en primavera, antes de que broten las yemas. Aprovecha para podar las raíces y renovar el sustrato. En ejemplares más maduros, la frecuencia de trasplante puede ser menor.

Y aunque el Acer campestre es robusto, puede verse afectado por pulgones, araña roja o algunas enfermedades fúngicas. Inspecciona regularmente tu bonsái y actúa rápidamente con tratamientos ecológicos o fitosanitarios si detectas algún problema.

Como vemos, cada hoja, cada rama podada, cada alambre colocado, es una decisión que moldea el futuro de tu bonsái. Es un diálogo constante entre tú y el árbol, donde la meta es crear una representación artística de la naturaleza en un espacio reducido.

Acer campestris, un árbol para jardines y zonas verdes

El Arce campestre (Acer campestris) es un árbol utilizado en el diseño de jardines y zonas verdes. Su belleza estacional y facilidad de mantenimiento lo convierten en una opción interesante para arquitectos paisajistas, diseñadores de jardines y profesionales de la jardinería.

Este árbol es muy versátil, ofreciendo soluciones estéticas y funcionales en espacios ajardinados, ya que permite desde la creación de setos estructurados hasta árbol de sombra en jardines privados y parques urbanos.

Cómo es el Arce campestre.

El Acer campestris es un caducifolio resistente y versátil. Perteneciente a la familia de las Aceráceas, es conocido popularmente como Arce común, Arce campestre o Arce menor.

Es originario de Europa, el Norte de África y Asia Menor, y ha demostrado una notable capacidad para prosperar en una amplia gama de condiciones, lo que es una ventaja significativa en el ámbito ornamental.

Como árbol suele alcanzar hasta 15 metros de altura, aunque su tamaño puede manejarse con facilidad mediante la poda, adaptándose a diferentes escalas de proyectos paisajísticos.

Sus hojas, palmeado-lobuladas con tres a cinco lóbulos redondeados, son su sello distintivo. Durante la primavera y el verano (en el hemisferio norte), lucen un verde intenso y brillante. Sin embargo, es en otoño cuando el Acer campestris se convierte en un verdadero protagonista, transformando su follaje en una bella paleta de tonos ámbar y dorados, añadiendo un gran valor ornamental.

Su floración es primaveral. Produciendo discretas flores verdoso-amarillentas que, aunque poco llamativas, dan paso a las características sámaras dobles o «alas» que se dispersan con el viento.

Árbol de Acer campestris

El Acer campestre en la jardinería y el paisajismo ornamental.

El Arce campestre se adapta a cualquier tipo de suelo, aunque prefiere los calizos. Su resistencia a climas templados y fríos lo hace especialmente idóneo para una vasta geografía ibérica, soportando las fluctuaciones térmicas que a menudo caracterizan los jardines urbanos y rurales.

La versatilidad y las cualidades estéticas del Acer campestris lo hacen ideal para diversas aplicaciones en el diseño paisajístico. Entre ellas, su densa copa proporciona una excelente sombra, haciendo de él una elección ideal para la creación de zonas de descanso y frescor en parques, plazas y jardines residenciales. Su porte elegante se integra armoniosamente en cualquier entorno.

También y gracias a su tolerancia a la contaminación urbana y su capacidad para soportar podas de formación, es una especie muy utilizada en alineaciones de calles y avenidas, aportando estructura y continuidad al paisaje urbano.

Como hemos avanzado, el Acer campestre es excepcionalmente apto para la formación de setos. Su capacidad para rebrotar vigorosamente después del recorte permite crear barreras vegetales densas y atractivas, ya sean setos bajos para delimitar espacios o setos altos para ofrecer privacidad. Su follaje compacto asegura una cobertura efectiva durante gran parte del año.

Además, el cambio de color de sus hojas en otoño es, sin duda, uno de sus mayores atractivos ornamentales. La transformación a tonos ámbar, naranjas y dorados convierte cada ejemplar en un punto focal en el jardín, prolongando el interés visual hasta bien entrada la estación fría.

Como especie rústica y de bajo mantenimiento, una vez establecido, el Arce campestre es una planta relativamente poco exigente en cuanto a cuidados, lo que reduce la necesidad de riegos frecuentes o tratamientos especiales, un aspecto muy valorado en la gestión de espacios verdes.

Sin olvidar que se integra bien con una amplia variedad de especies ornamentales, desde arbustos de flor hasta plantas perennes, lo que permite crear composiciones paisajísticas ricas y dinámicas.

Para garantizar el éxito de la plantación en jardinería, es recomendable elegir ejemplares de vivero con un sistema radicular bien formado. Un buen drenaje del suelo y una preparación adecuada del terreno son claves para un establecimiento óptimo.

Sobre la planificación de su ubicación, debe considerar su tamaño final y la función que desempeñará en el diseño, ya sea como ejemplar aislado, parte de una alineación o componente de un seto.

El Acer campestris como el bonsái.

Más allá de su uso en jardines y parques, el Acer campestris es una especie altamente valorada en el arte del bonsái.

Su tamaño de hoja relativamente pequeño, su capacidad para desarrollar una fina ramificación y su robustez ante las técnicas de poda y alambrado lo convierten en un material excepcional para la creación de estos árboles en miniatura.

La belleza de su corteza, que adquiere carácter con la edad, y su espectacular coloración otoñal, añaden una dimensión estética única a los bonsáis de Arce campestre, atrayendo tanto a expertos como a principiantes en esta disciplina.

Árboles de Acer campestris

El cultivo profesional del Acer campestris.

En España, el cultivo profesional del Acer campestris para uso ornamental es significativa en viveros especializados. Estos viveros, situaos principalmente en Cataluña, producen ejemplares de alta calidad para satisfacer la demanda de empresas de diseño de jardines, paisajistas y administraciones públicas. Destacar que también, el importante mercado que posee el Acer campestris para la restauración paisajística.

Su cultivo se realiza durante gran parte de su vida en campo, para ser enraizados en contenedor y poderse comercializar, tanto a raíz desnuda para plantar en jardín durante el reposo invernal, como enraizado en contenedor para plantarse durante cualquier época del año.

Además del mercado nacional, el Acer campestris también es una planta de exportación con destino a mercados de Centroeuropa. Su robustez, la belleza de su follaje otoñal y su adaptabilidad a climas más fríos lo hacen particularmente atractivo para proyectos paisajísticos en estos países.

Como curiosidad, el Arce campestre, con su madera blanca y de grano fino, también tiene un valor potencial en ebanistería.

Cómo hacer tu kokedama paso a paso

En uno de nuestros artículos publicados, tratábamos el Kokedama como el arte de cultivar sin maceta, en este, nos centramos en cómo hacer tu kokedama paso a paso, para arremangarnos y poner, literalmente, las manos en la tierra.

Para animarnos, deciros que crear una kokedama es una actividad profundamente relajante y gratificante, una forma de conectar con la naturaleza de manera táctil y creativa.

Lejos de ser un proceso complejo, reservado a expertos, con los materiales adecuados y un poco de paciencia, cualquiera puede dar forma a estas pequeñas esculturas vivas.

Materiales y consejos previos para hacer tu kokedama.

El secreto de una buena kokedama reside en la preparación. Tener todo a mano hará que el proceso sea fluido y agradable. Esto es lo que vamos a necesitar:

  • Una planta: Para empezar, lo ideal es elegir una planta resistente y de tamaño pequeño o mediano. Esto facilitará el moldeado de la bola. Más adelante ofreceremos algunas sugerencias.
  • Un sustrato adecuado: Esta es la base nutricional de nuestra planta. La mezcla tradicional japonesa utiliza akadama (un tipo de arcilla granular volcánica que retiene humedad y drena bien) y turba o keto. Una alternativa más accesible y que funciona excelentemente es mezclar un 70% de sustrato universal de buena calidad con un 30% de sustrato para bonsái o akadama. Esta combinación asegura la retención de agua y, a la vez, una correcta aireación para las raíces.
  • Musgo de sphagnum: Necesitaremos dos tipos. Primero, musgo sphagnum (esfagno), que usaremos para envolver el cepellón y mantener la humedad interna. Segundo, musgo verde en plancha o vivo para la capa exterior decorativa.
  • Un hilo o cordel: Utilizaremos un hilo de algodón o yute para las primeras sujeciones y otro más resistente y estético (de algodón, lino, cáñamo o incluso sintético de colores) para el atado final.
  • Y ciertas herramientas básicas: Un par de tijeras, un cuenco grande para hacer la mezcla y otro recipiente con agua.

Un consejo importante es la elección de la planta. Para tus primeras kokedamas, te recomiendo optar por especies tolerantes que te perdonen algún error de principiante. Plantas como los potos (Epipremnum aureus), las cintas (Chlorophytum comosum), las fittonias o pequeños helechos son magníficas para iniciarse. Son robustas, agradecidas y sus requerimientos de humedad se alinean perfectamente con esta técnica.

Materiales para hacer plantas en kokedama

Cómo crear tu kokedama paso a paso.

Con todos nuestros materiales listos, es hora de empezar a crear y para ello, es importante trabajar sobre una superficie plana y que puedas ensuciar sin problema.

Paso 1: Preparar la planta y el sustrato.

Comienza extrayendo con mucho cuidado la planta de su maceta original. Sacude suavemente gran parte de la tierra vieja de las raíces, intentando no dañarlas. Si las raíces son muy largas, puedes podarlas un poco.

Humedécelas ligeramente y a continuación, en el cuenco grande, mezcla el sustrato universal con la akadama. Ve añadiendo agua poco a poco y amasa con las manos hasta obtener una consistencia similar a la de la arcilla: debe ser compacta, que no se desmorone, pero sin que chorree agua.

Paso 2: Formar el corazón de la kokedama.

Coge un buen puñado de la mezcla de sustrato y empieza a moldearla alrededor de las raíces de la planta. La idea es crear una esfera compacta y firme.

Tómate tu tiempo en este paso, presionando suavemente para eliminar bolsas de aire, pero manteniendo una ligera esponjosidad porque necesitamos también aire en él, y asegurar que las raíces queden completamente cubiertas y en contacto con su nuevo sustrato.

Paso 3: La primera capa de musgo.

Ahora, coge el musgo Sphagnum, que previamente habrás humedecido, y escúrrelo bien. Envuelve toda la bola de sustrato con una capa fina y uniforme de este musgo.

Este paso es crucial, ya que el Sphagnum actuará como una esponja, ayudando a retener la humedad dentro de la bola. Para asegurarlo, utiliza el hilo de algodón y da varias vueltas alrededor de la bola hasta que el musgo quede bien sujeto.

Paso 4: El manto verde final.

Llegamos a la parte más visible y estética. Coge las planchas de musgo verde decorativo, también humedecidas, y empieza a revestir tu kokedama. Coloca las piezas sobre la bola, intentando cubrir toda la superficie de Sphagnum y ajustándolas para que las uniones se noten lo menos posible. Es como hacer un pequeño puzle verde.

Paso 5: El atado decorativo.

Con la bola ya cubierta de musgo, es el momento del atado final. Coge el hilo decorativo que has elegido. Ancla un extremo y empieza a dar vueltas alrededor de la bola en diferentes direcciones, cruzando los hilos para crear una red que sujete firmemente todo el conjunto.

Aquí puedes ser creativo: puedes hacer un patrón simétrico o uno más orgánico y aleatorio. Al finalizar, haz un nudo fuerte y corta el sobrante. Si tu idea es colgarla, deja un extremo del hilo lo suficientemente largo para hacer un lazo.

Los primeros cuidados del kokedama.

El último paso es darle su primer riego por inmersión, sumergiéndola en agua hasta que dejen de salir burbujas. Esta agua no debe contener cloro, por lo que utiliza agua de lluvia o si es de la potable, que tenga un reposo de unas 24 horas como mínimo para que el cloro se evapore.

Déjala escurrir bien y colócala en su lugar definitivo, un espacio con luz indirecta donde puedas admirarla.

Con todos estos pasos, podemos afirmar que has creado mucho más que una planta en una bola de musgo; has creado una pequeña obra de arte viva que evolucionará contigo. Disfruta del proceso y de la belleza singular que aportará a tu espacio.

Jardines con sensibilidad ecológica y diseño eficiente

Los jardines con sensibilidad ecológica y diseño eficiente cobran cada vez más protagonismo. Ya no se trata solo de crear algo estéticamente bello, sino de concebir jardines que respiren, que se integren armónicamente con el entorno, que optimicen recursos y que, en definitiva, contribuyan a un hábitat más sano.

En este contexto, en Floresyplantas.net siempre buscamos ampliar el conocimiento técnico con la pasión por la jardinería y el paisajismo. Y es precisamente esta filosofía la que nos ha motivado a entrevistar a Víctor Manuel Gil Puerta, paisajista e ingeniero técnico agrícola, fundador de V2 Jardinería y Paisajismo, empresa especializada en el diseño, ejecución y mantenimiento de jardines en Madrid y provincias de alrededor principalmente, que no solo embellecen, sino que aportan bienestar, biodiversidad y funcionalidad para sus clientes.

Jardines para mejorar la vida de las personas.

La dimensión fundamental de nuestros espacios ajardinados está en su capacidad intrínseca para enriquecer y transformar la vida humana. Más allá de su indudable belleza estética, los jardines son verdaderos aliados para nuestro bienestar físico y mental.

Al conectar con la naturaleza, experimentamos una reducción del estrés, una mejora en nuestro estado de ánimo y una estimulación sensorial que nos revitaliza. Son los jardines los que nos ofrecen un refugio donde reconectar con nosotros mismos y con el ciclo vital de la Tierra, propiciando un entorno de calma y armonía que impacta directamente en nuestra calidad de vida.

Jardinería en Madrid

FyP. ¿Cómo te iniciaste en el mundo del paisajismo y qué te inspiró a especializarte en el diseño y mantenimiento de jardines?

Víctor. Mi vínculo con la jardinería nació de forma natural, casi inevitable. Soy la tercera generación de una familia dedicada al cuidado de los jardines, y desde niño crecí rodeado de plantas, herramientas y conversaciones sobre la tierra. Lo que para muchos era un entorno laboral, para mí era un universo vivo, lleno de aprendizaje y belleza.

Con el tiempo, esa experiencia se transformó en vocación. Estudié Ingeniería Técnica Agrícola para entender los procesos desde lo técnico, pero fue a través del paisajismo donde encontré mi lenguaje. Diseñar jardines me permite unir lo emocional con lo funcional: crear espacios que emocionen, pero que también respeten el entorno, optimicen los recursos y funcionen como pequeños ecosistemas.

Mi inspiración viene de esa infancia entre plantas, pero también de observar cómo un buen jardín puede mejorar la vida de las personas, devolver valor al paisaje y generar bienestar. Para mí, no hay mayor motivación que esa.

¿Cómo ha evolucionado tu visión del diseño de jardines a lo largo de tu carrera?

Con los años, he pasado de diseñar jardines simplemente bonitos a crear sistemas equilibrados que funcionan con el entorno. Hoy, la sostenibilidad no es una opción: es el punto de partida.

En V2 Jardinería y Paisajismo trabajamos con especies adaptadas, riegos eficientes y sustratos adecuados, cuidando no solo lo que se ve, sino lo que está bajo tierra. Cada vez pienso más en el jardín como un ecosistema autónomo y para ello, ampliamos la visión de la planta como un todo.

Esto no es algo raro sino todo lo contrario. Por ejemplo, en los próximos años vamos a ver como los consumidores optan preferentemente por las frutas y hortalizas cultivados bajo una agricultura regenerativa, concepto que gana importancia en la sociedad y que, en el mundo del paisajismo y la jardinería, también debe… y en nuestro caso, ya está presente.

Jardinería en Madrid

¿Qué elementos clave consideras indispensables al diseñar un jardín en Madrid?

Es importante matizar la localización, para ser más exactos en la respuesta. Diseñar un jardín en Madrid implica comprender una dualidad climática muy marcada: veranos largos, secos y calurosos, e inviernos fríos, con oscilaciones térmicas considerables. Por eso, el primer paso es siempre una lectura del lugar: orientación solar, exposición al viento, tipo de suelo y disponibilidad hídrica. A partir de ahí, el diseño debe ser estratégico.

En V2 Jardinería y Paisajismo trabajamos con especies resistentes y adaptadas, tanto autóctonas como exóticas aclimatadas, que puedan sobrevivir con mínimos recursos y aporten valor estético todo el año.

Es importante que las plantas deban formar parte de una estructura pensada en capas: tapizantes, arbustivas, ejemplares verticales, todas con funciones concretas (sombra, protección, textura, floración o captación de agua).

En cuanto a la elección de materiales también es clave. Utilizamos suelos drenantes, mulching para conservar la humedad, y materiales constructivos que respondan bien a las oscilaciones térmicas. Además, planificamos sistemas de riego eficientes, con sectores diferenciados según necesidades.

En definitiva, un buen jardín en Madrid no se impone al clima, sino que dialoga con él. En este contexto, diseñamos para acompañar los ciclos naturales, no para forzarlos, y eso se traduce en jardines más duraderos, bellos y sostenibles.

Jardinería en Madrid

¿Qué papel juegan las plantas autóctonas y la biodiversidad en un jardín?

Las plantas autóctonas son la base de un diseño realmente sostenible. Están adaptadas al clima, al tipo de suelo, a las lluvias irregulares y a la fauna local, lo que las hace más resistentes y menos exigentes en mantenimiento.

Pero además de su eficiencia, tienen un valor ecológico incalculable: alimentan a los polinizadores, sostienen las cadenas tróficas y ayudan a mantener el equilibrio natural del entorno.

Cuando diseñamos un jardín con especies autóctonas, estamos favoreciendo la biodiversidad, creando pequeños refugios para aves, insectos y microorganismos. Esto convierte al jardín en un ecosistema vivo, que evoluciona con el tiempo y se enriquece por sí mismo.

Para fomentar su presencia, lo primero es conocerlas y revalorizarlas. Muchas veces se piensa que las plantas autóctonas son menos ornamentales, pero eso es un error: bien combinadas, ofrecen texturas, contrastes y floraciones espectaculares. Lo importante es integrarlas de forma creativa en el diseño, junto con otras especies bien adaptadas, para lograr un jardín equilibrado, funcional y con identidad local.

¿Cómo podemos diseñar jardines que requieran menos agua?

La clave está en diseñar con inteligencia paisajística. Un jardín sostenible no tiene por qué renunciar a la belleza, sino que debe encontrarla en la armonía con el entorno.

En nuestro caso, desde el diseño inicial, trabajamos con criterios de xerojardinería avanzada: analizamos orientación, exposición solar, tipo de suelo y uso del espacio. A partir de ahí, seleccionamos especies adaptadas, no solo autóctonas, sino también alóctonas bien aclimatadas, que requieran menos aportes hídricos y sean estructuralmente interesantes todo el año.

Avanzando en ello, utilizamos composiciones que juegan con texturas, volúmenes y estacionalidad, para que el jardín sea atractivo sin necesidad de floraciones excesivas o podas constantes.

También integramos plantas cubresuelos, gravas drenantes, acolchados y sistemas de riego por sectores, según las necesidades reales de cada zona del jardín. En definitiva, se trata de diseñar ecosistemas estéticos, funcionales y resilientes, que hablen el lenguaje del paisaje mediterráneo sin dejar de emocionar.

Jardinería en Madrid

¿Qué diferencias principales existen entre el diseño de jardines públicos y privados?

En V2 Jardinería y Paisajismo trabajamos tanto la jardinería pública como la privada y su diseño responde a lógicas muy distintas, aunque comparten principios de sostenibilidad y funcionalidad.

En los jardines públicos, deben ser diseñados para un uso colectivo, lo que implica durabilidad, bajo mantenimiento, resistencia al vandalismo y accesibilidad universal.

El reto aquí es lograr un equilibrio entre estética, funcionalidad y sostenibilidad, teniendo en cuenta aspectos como la movilidad, la seguridad, la integración paisajística y la biodiversidad urbana. Además, suelen estar condicionados por presupuestos ajustados y procesos administrativos más complejos.

En, cambio en los jardines privados, el enfoque es más personalizado: trabajamos muy de cerca con el cliente para adaptar el diseño a sus gustos, su estilo de vida y las condiciones del espacio.

Hay más libertad creativa, pero también más exigencia en cuanto a detalle estético, confort y conexión emocional con el jardín. En este marco, buscamos crear un espacio íntimo, práctico y bello que evolucione bien con el tiempo hacia un espacio democrático, resiliente y capaz de generar identidad comunitaria.

¿Cómo podemos involucrar a la sociedad en el diseño y mantenimiento de jardines públicos?

La participación ciudadana es fundamental. Cuando la comunidad entiende que el espacio es suyo, lo cuida. Por eso promovemos procesos participativos, actividades educativas y señalización que explique el porqué de cada elección. Incluso en Instagram mostramos cómo se instala un jardín o cómo se marcan plantas en vivero, porque creemos que enseñar es también incluir.

¿Cómo crees que evolucionará el diseño de jardines en el futuro?

Más que pensar en hacia donde evolucionará el diseño de jardines en el futuro, yo diría que ya camina hacia él. Es cierto que es necesaria una mayor implicación por parte de todos los profesionales de la jardinería y el paisajismo, pero también es cierto que cada vez somos más los que trabajamos en una mayor integración con los procesos naturales.

En nuestro caso, ya no diseñamos solo espacios decorativos, sino sistemas que regeneran el suelo, filtran el aire, captan agua o amortiguan el calor urbano. El paisajismo debe ser cada vez más interdisciplinar, combinando ecología, arquitectura, tecnología y participación social.

Entre las tendencias más prometedoras destaco el uso de cubiertas verdes, jardines verticales y soluciones basadas en la naturaleza para la gestión de aguas pluviales. También veremos un auge de los jardines comestibles, espacios multifuncionales y paisajes restaurativos que respondan a las necesidades emocionales de quienes los habitan.

En el contexto urbano y especialmente en ciudades como Madrid, cobra importancia la creación de corredores verdes, la plantación de arbolado estratégico y el uso de especies resilientes que soporten olas de calor y escasez hídrica sin perder valor paisajístico.

Por cierto, la tecnología también juega y jugará un papel clave, pero siempre como apoyo al diseño consciente, no como sustituto de la sensibilidad con el entorno.

Víctor Manuel Gil Puerta

Sobre Víctor Manuel Gil Puerta.

Víctor Manuel Gil Puerta es paisajista e ingeniero técnico agrícola, fundador de V2 Jardinería y Paisajismo. Pero su vínculo con la jardinería no empezó con un título universitario, sino mucho antes: nació entre plantas. Hijo y nieto de jardineros, creció rodeado de tierra, raíces y herramientas, en un entorno donde cuidar un jardín era algo más que un oficio, era una forma de vida.

Con los años, ese legado familiar se transformó en vocación profesional. Tras completar su formación agronómica, amplió sus horizontes con un máster en paisajismo, y desde entonces ha volcado su energía en diseñar espacios verdes que no solo embellecen, sino que aportan bienestar, biodiversidad y funcionalidad.

Hoy, a través de V2 Jardinería y Paisajismo, lidera proyectos públicos y privados en Madrid y otras provincias, fusionando tradición y técnica, sensibilidad ecológica y diseño eficiente.

Su enfoque se refleja tanto en sus jardines como en su comunicación pública: desde su web y redes sociales, comparte consejos, reflexiones y procesos con una comunidad que, como él, cree que un jardín puede cambiar no solo un espacio… sino una forma de vivirlo.

Acinos alpinus o Té de la sierra

En la naturaleza existen especies botánicas que, aunque quizás no acaparen los focos mediáticos, guardan en su esencia un potencial para transformar y enriquecer nuestros espacios verdes. Entre ellas y con discreta belleza está el Acinos alpinus, una pequeña, pero robusta planta que, conocida popularmente como Té de la Sierra, está cargada de virtudes paisajísticas y ornamentales. Su capacidad de adaptación y encanto silvestre la posicionan como un elemento esencial en el catálogo de especies de cualquier paisajista o jardinero.

Descripción del Té de la Sierra.

Adentrarse en el Acinos alpinus es descubrir una planta con un linaje bien definido. Se inscribe como una de las aromáticas en la familia de las Lamiaceae, un grupo que incluye desde la humilde menta hasta el común romero. Su origen se halla en las montañas del sur de Europa, donde prospera en unas condiciones de altitud en la que consigue vegetar bien entre los elementos climáticos.

Estamos ante una herbácea perenne, lo que significa que su ciclo vital se extiende más allá de una estación, ofreciendo una presencia constante y una estabilidad que se agradece en cualquier diseño paisajístico.

Sus raíces, fuertes y fibrosas, se aferran con determinación al suelo, una cualidad destacada para su supervivencia en terrenos a menudo desafiantes. Los tallos del Acinos alpinus se despliegan en un porte rastrero sobre la tierra, formando una alfombra densa que raras veces alza su altura más allá de los cuarenta centímetros.

Sus hojas, de tamaño modesto, adoptan formas que oscilan entre el óvalo y la punta de una lanza, con un sutil borde dentado que a menudo se revuelve, añadiendo una textura singular al conjunto. Y en cada parte de la planta, desde el tallo más fino hasta la hoja más diminuta, se desprende un agradable aroma, testimonio de su pertenencia a las Lamiaceae y razón de su uso en infusiones medicinales.

Con la llegada de la floración del Acinos alpinus, que se despliega desde mediados de mayo hasta agosto el nuestro hemisferio norte, sus flores, aunque diminutas, brillan con un violeta intenso y se agrupan en pequeñas coronas (verticilos) de entre dos y ocho unidades, cada una midiendo entre doce y quince milímetros. La profusión de estas inflorescencias transforma el manto verde en un tapiz punteado de color, un deleite para la vista en los meses más cálidos.

Y cuando el polen ha cumplido su misión, estas pequeñas flores dan paso a un fruto muy particular, un esquizocarpo que, al madurar, se fragmenta en cuatro unidades independientes, cada una portadora de una semilla. Este ingenioso mecanismo es la estrategia de la naturaleza para asegurar su perpetuidad y su dispersión en el entorno natural.

Plantas de Acinos alpinus

El Acinos alpinus como planta tapizante.

La versatilidad inherente al Acinos alpinus lo eleva a la categoría de planta de interés para los proyectos de paisajismo y jardinería.

Su crecimiento rastrero y su capacidad para formar densas cubiertas lo convierten en una opción inmejorable como planta tapizante en áreas reducidas. Allí, desempeña una doble función: no solo embellece el espacio con su verdor y sus flores, sino que también ejerce un control natural sobre la erosión y la proliferación de malas hierbas, ofreciendo una cubierta de bajo mantenimiento.

En la construcción de rocallas, su capacidad para colonizar fisuras y suelos con escasos nutrientes, la hacen interesante, suavizando la aspereza de las piedras y aportando toques de color ornamental.

Pero el alcance del Acinos alpinus va más allá de la ornamentación. Su papel es fundamental en los proyectos de restauración paisajística. En su hábitat natural, esta planta prefiere colonizar suelos calcáreos y expuestos, compartiendo su espacio con compañeras de resistencia similar, como el Thymus mastichina, el Thymus zygis o la Satureja montana.

Esta adaptabilidad a condiciones edáficas y climáticas rigurosas la designa como una candidata ideal para recuperar la vida en taludes degradados, antiguas canteras o los bordes de caminos en entornos montañosos o de influencia mediterránea, allí donde otras especies no prosperarían de igual forma.

Clave para integrar el Acinos alpinus en un diseño.

Al integrar el Acinos alpinus en un diseño de jardín, es fundamental entender sus orígenes y sus predilecciones naturales:

Su elección de suelo se inclina hacia aquellos bien drenados y, preferiblemente, calcáreos, desaconsejando los sustratos excesivamente ácidos o propensos al encharcamiento.

En cuanto a la exposición, el Acinos alpinus prefiere el pleno sol para desplegar todo su vigor y florecer con abundancia; la sombra excesiva, lamentablemente, tiende a debilitarlo y a mermar su capacidad floral.

Su procedencia montañosa la dota de una admirable resistencia al frío, convirtiéndola en una candidata idónea para climas con inviernos rigurosos. Finalmente, al plantarla, un espaciado adecuado permitirá que sus tallos se entrelacen, creando esa cubierta uniforme y densa que buscamos, mientras que en rocallas, su ubicación debe ser estratégica para evitar que afecte a otras especies.

Plantas de Acinos alpinus

El del Té de la Sierra en el jardín.

Una vez que el Acinos alpinus ha echado raíces, es un claro ejemplo de planta xerófila de bajo mantenimiento, una característica que la hace aún más valiosa para aquellos que buscan soluciones paisajísticas sostenibles y eficientes.

En cuanto al riego, es una planta que tolera admirablemente la sequía. Una vez establecida, solo requerirá riegos puntuales, sobre todo durante periodos de aridez prolongada. Es crucial, eso sí, evitar el exceso de agua, que podría provocar problemas en sus raíces.

Respecto al abonado, el Acinos alpinus no es exigente. En suelos particularmente pobres, una ligera aportación de materia orgánica al inicio de la primavera podría ser suficiente, pero siempre con mesura.

La poda, por lo general, se limita a un ligero recorte tras la floración para mantener su forma compacta y estimular el rebrote. En proyectos de restauración, la intervención es mínima, centrada en eliminar cualquier parte seca o dañada. Y en lo que a plagas y enfermedades se refiere, esta planta es un bastión de resistencia; rara vez sufre ataques significativos, lo que reduce la necesidad de tratamientos fitosanitarios.

El cultivo del Acinos alpinus.

La propagación profesional de esta especie se realiza a partir de semilla, una técnica que permite obtener un gran volumen de plantas, ideal para cubrir las necesidades de proyectos a gran escala. A menudo, estas semillas necesitan un período de estratificación en frío, un proceso para superar su latencia y asegurar una germinación homogénea, simulando las condiciones invernales que experimentarían en su entorno natural.

Dentro del vivero, el control del sustrato y el riego es fundamental. Es importante recrear, en la medida de lo posible, su preferencia por suelos bien drenados y con un contenido nutricional moderado. La producción en bandejas de alvéolos o en pequeñas macetas facilita su manejo y el posterior trasplante a su ubicación definitiva en el campo.

Para garantizar la máxima calidad de la planta y su éxito una vez trasplantada, los viveros especializados ponen especial atención en conseguir plantas con buena sanidad vegetal, implementando programas de prevención para evitar la aparición de patógenos, prestando especial atención a aquellos que surgen del exceso de humedad.

Asimismo, antes de su envío y plantación, las plántulas atraviesan un proceso de endurecimiento, exponiéndolas gradualmente a las condiciones exteriores para fortalecer su resistencia una vez que pisen el terreno definitivo.

Y un punto a considerar, especialmente en proyectos de restauración de ecosistemas específicos, es la búsqueda de ecotipos locales de Acinos alpinus. Esto significa cultivar poblaciones de plantas que se han adaptado genéticamente a las condiciones ambientales de una región particular, lo que no solo incrementa las posibilidades de éxito en la restauración, sino que también contribuye de manera significativa a la conservación de la biodiversidad local.

Como vemos, el Acinos alpinuss es un testimonio vivo de cómo la naturaleza nos brinda soluciones robustas, bellas y resilientes para los desafíos que plantea el diseño de jardines y la recuperación de paisajes en la actualidad. Su tenacidad, la generosidad de su floración y su escaso requerimiento de cuidados lo posicionan como una elección sostenible y estéticamente para embellecer nuestros espacios, contribuyendo al mismo tiempo a la salud y vitalidad de nuestro planeta.

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies