Uvas de mesa

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Las uvas de mesa es uno de los alimentos más característicos de la dieta mediterránea. Fruto de la vid común (vitis vinífera), como planta se desarrolla en prácticamente todas las regiones cálidas del mundo. Unas de forma prácticamente tradicional y otras como consecuencia de implantación de su cultivo con vistas comerciales.

Los mayores productores son Europa con los países España, Francia, Italia, Portugal y Grecia, seguidos de América con California, Chile y Argentina.

Existen más de 3.000 variedades de uva si bien como uvas de mesa se restringe enormemente su número. De estas variedades las hay para uvas de mesa, para la producción de vino, para elaboración de pasas aunque también para la elaboración de zumos y jaleas. En definitiva sólo se habla de dos grupos de uva: las uvas de masa en las que se incluyen las uvas pasas, y las uvas viníferas.

Las variedades de uva de mesa se valoran tanto por su aspecto como por sus valores organolépticos. Forma, tamaño, tonalidad de color de piel y de carne, turgencia del grano, presencia o no de semillas y su sabor. Y su cultivo se generaliza en la modalidad de espaldera y parral.

La uva de mesa requiere de una pulpa firme y compacta, con granos relativamente gruesos y ausencia de pepitas preferentemente (estas suelen ser más grandes que las variedades para vino). Su color varía entre el amarillo claro a granate e incluso violeta.

Una de las uvas de mesa más apreciadas en España es la Uva embolsada del Vinalopó cultivada en Alicante y consumida en gran medida en Navidad.

Unos consejos para la correcta compra de uva de mesa son:

  • En el momento de la compra, asegurarse de que las uvas de color oscuro no contengan granos verdosos. Y en cuanto a la uva blanca todos sus granos deben de tener un tono homogéneo dentro de los dorados.
  • Es conveniente agitar suavemente los racimos para que se desprendan los granos sueltos. Estos suelen estropearse fácilmente por la zona a la que estaban unidos al racimo.
  • Los tallos deben de ser de color verde, tamaño uniforme y de aspecto fresco.
  • Una vez en casa, se deben de lavar los racimos para eliminar resto de polvo y productos fitosanitarios.
  • Su conservación puede ser en el frigorífico o fuera de él. Si es en esta última modalidad, si el racimo se cuelga por el pedúnculo y envuelve en una bolsa de papel sulfurizado o con celofán, podrá aguantar perfectamente un par de semanas.
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